domingo, 25 de enero de 2015

NIUF NIUF

—¡Que mote más raro me has puesto! —se quejaba con la sonrisa en la cara. —¿Qué significa exactamente?
     —Seguramente leíste el cuento de los tres cerditos. ¿Cómo se llamaban los cerditos?
—No tengo ni idea, pero no me suena ni Niuf ni Naf ni nada parecido.
     —Esos son de la versión rusa. Los cerditos rusos se llamaban Naf Naf, Nif Nif y Niuf Niuf. Como puedes imaginar el Naf Naf era el más listo, tocaba el tambor y construyó la casa de ladrillo. El Nif Nif era menos listo, tocaba violín y construyó la casa de madera. Obviamente el más tonto de los tres se llamaba Niuf Niuf, tocaba la flauta y construyó la casa de paja. Así que tú eres ese cerdito.
     —¿Lo dices por tonto o por tocar la flauta?
     —Por lo de la casa de paja. Eres como él, soñador. Construyes cosas en tu mente que pocas probabilidades tienen de llegar a cumplirse, pasas por todo tipo de desgracias, sin embargo vas por la vida feliz y contento. Pocas personas tienen ese carácter, la mayoría necesitan casas solidas para seguir adelante.
     —No tengo muy claro si es positivo o negativo lo que me acabas de decir, pero acepto ser tu Niuf Niuf, ya que le tienes tanto cariño.
     Una llamada de mi teléfono interrumpió la conversación sobre los cerditos. Al acabar de hablar me escape a mi casa y Niuf Niuf se quedo esperándome en la terraza del bar.

     —¿Donde estas? —le llamé al acabar.
     —Aquí mismo —contesto mientras se acercaba hacía mi portal. Salí corriendo a la calle, le sonreí y vi que él tampoco podía ocultar la alegría de su rostro.
     —Vamos —le dije — me tienes que llevar a Gava y tendrás que esperarte una hora o quizás con suerte solo media.— No le pregunte si le iba bien ni nada por el estilo, supuse que no se negaría y ni siquiera preguntó nada.
     Mientras él conducía me fui maquillando y peinando en el coche, sentía su mirada de reojo en mi rostro...
     —No mires y conduce —le dije medio riéndome.
     —Después tendremos que volver a casa, porque con lo que llevo puesto no puedo ir a clase. — Note como se sorprendía a la vez que se despertaba su curiosidad.
     —¿Que llevas? —Era la pregunta que esperaba me iba a hacer y como respuesta abrí lentamente el abrigo para dejarle ver las medias de malla, los ligeros blancos y nada más...
     Se rió y tuve que volver a decirle que mirara la carretera antes de que se comiera cualquier coche, de hecho poco falto, me dio un buen susto. Le volví a gritar:
     —Jo tío, céntrate, que nos matarás.
     Le fui indicando como llegar al motel "Punt 14" donde tenía que encontrarme con el cliente y explicándole donde podía ir a comer mientras me esperaba.
     —Y me traes un bocadillo de tortilla de atún y el pan con tomate, que no me dará tiempo de comer antes de ir a clase —le pedí ordenando.
     —Por supuesto —contesto.
     Me dejo en la puerta y se fue a ver el mar y a buscar mi bocadillo de tortilla de atún. La hora solo fue media y mientras me vestía le envié un mensaje para que volviera por mí, suponiendo que tardaría.
     —Estoy aquí mismo. —Fue su respuesta inmediata.
     Saliendo del motel encendí un cigarrillo para relajarme después del trabajo y vi el coche aparcado un poco más adelante. Me acerqué lentamente mientras iba apurando el cigarrillo y, allí estaba sentado revisando las hojas con los apuntes de la primera lección de ruso que había empezado a darle. No se dio cuenta de que lo estaba mirando hasta que acabado el cigarrillo, al apagar la colilla, el ruido lo saco de su ensimismamiento. Se asustó y se le cayeron todos los papeles a la acera. Empecé a reírme mientras el recogía sus hojas del asfalto.
     Me metí en el coche, ya era la hora de volver. En el asiento de atrás envuelto en papel de plata me esperaba mi bocadillo de tortilla de atún…
 



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