lunes, 24 de noviembre de 2014

EN EL MERCADO

Hay personas con las que hablas con más libertad y soltura, a veces con un grado de provocación. Le hablaba de mi adolescencia y  sobre algunos  trabajos que había tenido además  “de lo mío”, llevándolo todo a un tiempo en que yo era muy niña.
- Pero, ¿tu cuando empezaste a trabajar?.- Era una pregunta que esperaba, quizás le falto completar la frase con “de lo tuyo”.
- Muy pronto.- Conteste, dejándolo de entrada muy sorprendido, casi asustado.- Ya era muy pequeña cuando empecé en correos, repartiendo cartas. Bueno en realidad yo repartía las cartas mientras el cartero dormía, después el me daba una parte. Me levantaba muy temprano, entregaba las cartas y después a la escuela. Ese fue mi primer trabajo.
Después le fui hablando de toda una serie de trabajos de manera confusa pero que me situaron en un inicio muy temprano en ese mundo de “lo mío”. A los quince años discutí con mi madre y me fui de casa con la mochila escolar por todo equipaje, un poco amparada por el sistema que me permitía vivir en el colegio.
Le explique que a los 16 ya conducía mi propio coche aunque no podía tener carnet a esa edad. El coche estaba en realidad a nombre de un cliente y yo lo conducía y pagaba las multas....
También me había dedicado a vender fruta, a ir a los mercados de abastos y allí comprar al por mayor para después revender, todo de manera ilegal y sin ningún tipo de control. Por la mañana temprano iba con un compañero en un camioncillo a buscar verduras, en el mercado una menor era perfecta para comprar sin que nadie la controlase. Uno de esos días en que iba vestida “de lo mío”, ya que venía de trabajar durante toda la noche y en el bolso llevaba el dinero para la compra de sandias me tope con un par de policías que me miraron y llamaron la atención.
- Oye, ¿qué haces aquí?.- me preguntaron jocosamente. Me cogieron el bolso y  lo empezaron a revisar encontrando el fajo de billetes.
- ¿Que, de trabajar?. Te vienes con nosotros a la comisaria que te vamos a fichar.-
Por mi cabeza pasaron todos los posibles infiernos. Fichada llegarían a mi familia y para mi madre sería el fin de su trabajo, una situación terrible. Sin pensármelo dos veces empecé a correr con mis finos y altos tacones perseguida por los policías y, como era de esperar acabe de bruces en el suelo.
Con esposas y las manos a la espalda me llevaron a comisaria, allí me dejaron en una sala llena de hombres fumando, con una atmósfera cargada y agobiante, apenas podia respirar y ver algo o alguien. Las sombras de los policias sentados no se movian, solo me miraban en silencio.
Uno de ellos, más descarado y desagradable me levanto la faldita y dijo: "¿Que ya te has puesto las bragas?". Le golpee la mano defendiéndome y acabe en el suelo de un tortazo y de allí a los calabozos ya acabándoseme el mundo......
Por suerte mi compañero, que había visto toda la escena del mercado se presento en la comisaria:
- ¿Dónde está mi novia?.- Pregunto.- ¿que habéis hecho con ella?
Los policías se quedaron sorprendidos, de alguna manera pensaron que habían metido la pata y sin grandes explicaciones y con alguna disculpa me dejaron ir sin más comentarios.
Esos eran mis trabajos.





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