viernes, 28 de noviembre de 2014

NECESIDADES

Mirando para atrás recuerdo a una chica que me vino a ver para trabajar y yo le pregunte el por qué.  
- Tengo un hijo pequeño y soy recién separada - Me dijo explicándome que su marido la había dejado 
- Un día vino a casa y dijo que se había encontrado al amor de su vida y se fue. 
Pero lo mas jodido fue descubrir que el amor de su vida era un hombre.- Explicó ella.
La recuerdo callada, tímida y asustada, siempre con la cabeza baja, sin mirarme a los ojos.
Realmente poco podía decir sobre lo que estaba bien o mal, ¿que mas podía sorprenderla?, necesitaba dinero para sobrevivir y así empezó a trabajar con nosotras y sorpresas no le faltaron, a veces muy buenas pero en la que pienso ahora no creo que se pueda definir como agradable.
Necesitas dinero y al final aceptas estar con un tío feo y sucio, trabajas con los ojos cerrados pensando en cualquier cosa menos en el sexo, lo haces tan bien como sabes pero sin color ni sabor ni olor, pero ¡joder! a veces hay un límite.... La imagino acabando el trabajo y preguntado por el lavabo para limpiarse, adecentarse..... pobre, ¿Cómo iba a imaginar lo que encontraría?.
- “! Venidme a buscar ya!”- Nos llamo por teléfono con voz desesperada...
El tipo era horrible, pero bueno.... no era ese el problema, era de un tipo bastante común en esta ocupación, a eso estábamos acostumbradas y en ninguna caso aceptábamos golpes ni violencia pero... ¡Que nos íbamos a imaginar lo que nos explico después!.
Cuando ella le pregunto para ir al lavabo el tipo le señalo la puerta como si nada..... Ella la abrio y el olor la tiro de espaldas.... la mierda subía por las paredes, el váter taponado rebosaba excrementos secos y la bañera se había convertido en el recurso auxiliar del vaciado de las entrañas del seboso..... Me mareo del asco solo por pensar en ello.
No fue como cuando nos paso lo del pintor de murales... siendo ella una de las tres. Aquel tipo la había manoseado, ella le había hecho de todo aguantando olores y sudores pero solo  pensar en como vivía “aquello” se le revolvieron todas las entrañas.

En poca cosa realmente la podían sorprender los hombres.


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