viernes, 27 de marzo de 2015

ME HA VUELTO A LLAMAR

Hacía mucho que no me llamaba y esta vez lo ha hecho con tiempo, el día anterior programándoselo bien, en su casa y para el sábado antes de comer. Antes era un cliente habitual y esperemos que vuelva a serlo, es simpático y agradable aunque lento y maniático.
Su casa sigue igual, llena de trastos y cosas que colecciona compulsivamente y por lo que he visto no acaba de ordenar tal como decía y parecía que estaba haciendo la última vez que lo visite. Y eso si, le sigue gustando echar un polvo y después ponerse a comer. Asi casi siempre me llamaba y ahora ha repetido, para que fuera a su casa y después del sexo el mismo hacer de cocinero y comer juntos.
Tiene un piso estupendo lleno de esas “porquerías” que le encanta coleccionar. Es un ático con unas buenas vistas y con el sol entrando directamente a la habitación para acariciarte la piel mientras estás estirada en la cama. Me encanta, pero él no sé si lo sabe disfrutar.
Bueno, pues esta vez repetimos lo habitual, polvo y comida, pero me desespera por lo lento que es preparándolo todo. Va cortando las cosas sin dejar de hablar y distrayéndose con cualquier tonteria y, claro, yo me voy poniendo nerviosa hasta que harta de esperar, me pongo yo misma a cocinar.
En la cocina los nervios no son buenos amigos y menos cuando no sabes bien donde están las cosas o manejas utensilios que no dominas. El resultado era previsible: una rascada en el dedo y gotas de sangre por vinagre en la ensalada.



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