martes, 30 de junio de 2015

EL AVENTURERO Y EL CAZADOR


—Tengo ganas de una aventura, hace tiempo que no lo hago en el coche —me dijo el Aventurero.
—Buah, no sé, no me gusta mucho la verdad, pero bueno, por ti lo hago.
—Vale, perfecto, yo conozco un sitio muy tranquilo. ¿Puedes llevar un vestido corto, sin sujetador ni bragas?
—Veré que puedo hacer.

Subíamos en el coche por una carrerea de tierra llena de piedras hacia las ruinas del castillo abandonado. Su impaciencia por llegar cada vez era más evidente. De vez en cuando desviaba la vista de la carretera a mis piernas apenas cubiertas con el vestido azul, después subía la mirada hacia el pecho que sobresalía del escote tipo palabra de honor antes de volver a mirar la carretera. Casi podía ver como se le caía la baba y la volvía a succionar hacia dentro.
Por fin llegamos al sitio escogido, las ruinas eran muy antiguas y solitarias. Desde lo más alto se podían apreciar bonitos paisajes, menos el del norte que estaba ocupado por una horrible fábrica de cemento.
Dimos la vuelta a las ruinas. Yo con mis tacones apenas podía andar, esos se metían en todos los pequeños agujeros de la tierra, entre las piedras y las raíces de los arboles. Sin embargo eso no me estropeó la visita al mundo medieval.
Volvimos al coche y él se sentó en el asiento de atrás. Esa era la señal para empezar a trabajar. Me senté encima suyo separando las piernas, el levantó mi vestido y su cara de preocupada se convirtió en feliz.
—No llevas braguitas, ¡oh!, ¡qué buena eres!, ¡ah!, ¡oh!
—Es que hace calor —aparenté yo encontrar una escusa.
Sacó uno de mis pechos del vestido y empezó a acariciar el pezón con su lengua. Su mano subía de mi nalga hacia la espalda.
De repente un coche lleno de gente se acercó al nuestro. Espantados nos pusimos bien derechos sentados uno al lado del otro como si fuéramos dos niños traviesos regañados por su madre.
Del coche salió una familia con dos niños y todos fueron a ver las ruinas. Nosotros decidimos cambiar del lugar. Cogimos el coche y nos fuimos hacia el bosque. Esta vez intentamos encontrar un sitio mucho más solitario y abandonado. Siguiendo caminos de cabras entramos en lo más profundo del bosque y nos paramos cuando ya no había más camino entre los árboles. Apenas se podían abrir las puertas del coche para salir ya que las ramas de los pinos nos rodeaban por todos lados.
Contentos por haber encontrado un lugar perfecto salimos del coche. El olor a pino y el susurro del viento moviendo las hojas de los arboles crearon el atmosfera perfecto para pasar un rato.
Nos colocamos de pie al lado de un pino y seguimos con nuestro proceso. Yo con mi vestido en la cintura y los tacones puestos me apoyaba en el tronco de un árbol, mientras el sin pantalón pero en camiseta me penetraba por detrás.
Estaba a punto de correrse cuando un suave crujido interrumpió su marcha. Miramos los dos a la derecha desde donde venia el ruido y vimos un pequeño animalito rebuscando entre las hojas y las raíces. Tranquilizados suspiramos cuando de repente otro sonido mucho más fuerte nos hizo volver las cabezas a la izquierda.
¡Qué horror! Justo delante de nosotros apareció un hombre vestido con chaqueta y botas. Seguramente un cazador o un guardabosque o algo parecido. Tampoco nos quedamos quietos para averiguar a qué se dedicaba.
—¿Qué hacéis? —nos preguntó mas sorprendido que nosotros.
Sin contestar y muy asustados saltamos al coche en dos zancadas.
Mientras el Aventurero buscaba la llave yo gritaba como una loca:
—¿Arranca arranca! ¿A qué esperas?
—No sé donde está la llave.
Aguantando la puerta con las dos manos yo seguía gritando cuando vi que el Cazador riéndose levantó el pantalón de mi cliente del suelo y lo acercó a mi ventana. Del bolsillo se sobresalía la llave del coche.
El Aventurero tapándose la picha con la camiseta miraba al hombre horrorizado, mientras yo con terror en los ojos abrí un poco la puerta por la que el Cazador me pasó el pantalón. En cuanto lo pude coger cerré la puerta de un portazo tire el pantalón a mi cliente y grite otra vez:
—Venga tío arranca ya de una puta vez.
El coche arrancó y marcha atrás nos fuimos del sitio dejando ahí al Cazador riéndose de nosotros. A unos dos kilómetros de allí vistiéndonos en el coche en marcha ninguno de nosotros abría la boca. Ya ninguno tenía ganas de aventuras.

 

lunes, 29 de junio de 2015

VIEJA AMIGA

-¿Te acuerdas del viejo dicho de que una mujer tiene que tener tres animales?
-Si, a ver… ¿cómo era?
-Pues que cada mujer tiene que tener tres animales: un mustang en el garaje, un león en la cama y un cabron que lo pague todo.
- Jaja, si, ahora me acuerdo.
-Pues yo tengo tres animales: el coche que tengo es más bien un caballo viejo, mi marido es una especie de vaca y un gato que es un gato. Ah, y yo que trabajo como una cabra para pagar todo eso, jaja.
-Vaya, pues los míos son más bien todos cerditos, a excepción del coche que es como camello, anda despacio y encima escupe aceite, ah y la niña que es una especie de dinosaurio, jaja.
-Pues no sé que es peor, tía, tu caso o el mío, jaja.
Sonó mi teléfono. Un cliente de los habituales quería venir a verme.
-Oye, ¿quieres recordar los viejos tiempos? Ahora quiere venir uno, que lleva como dos años pidiendome una amiga.
-No sé, es que hace tiempo que no hago eso. Además mi marido…
- Anda ya, tu marido no sabrá nada de eso y el dinero nunca sobra, venga di algo que el cliente está esperando.
-No se…
Yo ya estaba contestando al cliente:
-Sí, mi amiga que es guapísima si quieres esta aquí ahora...
El cliente feliz aceptó la propuesta y dijo que en veinte minutos estaría en mi casa.
-Ay, no se… -seguía mi amiga con su rollo. Yo mientras tanto le estaba buscando algo sexy en mi armario.
-Anda ponte esto, seguro que te irá bien –dije yo y le acerqué una picardía roja y unos zapatos de tacón altísimos a juego.
Se lo puso repitiendo sus “no ses”, se miró al espejo y dijo:
-Yo tenía uno parecido cuando trabajaba en el club, ahora ya no tengo nada de esa ropita tan sexy.
Pasada media hora estábamos en la cama los tres revolcandonos. Me venían recuerdos de nuestro trabajo juntas y lo bien que lo pasábamos. La amiga en principio estaba nerviosa, pero después se dejó llevar y empezó a disfrutar. El cliente más feliz que el dios, solo repetía: “Estoy en el paraíso, estoy en el paraíso” y a veces hacia ruiditos parecidos a “Oink Oink”.
Cuando se fue el cliente, la amiga se sentó triste en la cama y me dijo:
-¿Y ahora qué? ¿Ahora como le voy a mirar a los ojos a mi marido?
-Pues con la misma cara de siempre. Todos tus nervios y pensamientos solo están en tu cabeza, no se ven, ni en tus ojos ni en tu cara. Así que relájate y sigue igual que antes.
-Buah, no se… - empezó ella otra vez.
-No seas tonta, por una vez ¿en cuántos? ¿en diez años?, en vez de trabajar como una cabra te lo has pasado como una reina y encima has cobrado…
 

viernes, 26 de junio de 2015

ATRAPADA EN LA JUNGLA


Iba corriendo por la jungla. La tierra suave con abundante vegetación me acariciaba los pies. Las raíces de los árboles que sobresalían de la tierra eran obstáculos divertidos y fáciles de saltar. Los rayos del sol atravesando las hojas de gigantescas palmeras iluminaban de vez en cuando la tierra y mi cuerpo, lo cual alegraba aun más mi rápido viaje a través de la selva. A donde iba con tanta prisa y de donde venia no lo sabía ni me importaba lo más mínimo. Solo sentía el placer del movimiento de mis músculos, el aire cálido y húmedo y las imágenes del maravilloso lugar que iba atravesando.

De repente me di cuenta de que no Estaba haciendo deporte en la jungla sino que escapaba de alguien. Súbitamente la alegría se esfumó y sentí una profunda sensación de preocupación e inquietud.

Y entonces le vi: el brillante y bronceado cuerpo de un hombre salvaje iluminado por los rayos del sol. Estaba buscándome entre los árboles. Salté hacia profundidad de la vegetación y me tumbé en la tierra. Pasó justo delante mío, paro un momento escuchando los sonidos de la jungla. Pero todo estaba en silencio. Sus músculos eran perfectos, me excitaban solo de verlos aun a lo lejos, cada curva de su cuerpo provocaba la extraña sensación de necesidad de estar cerca de él. Sin embargo la razón podía con la primitiva llamada de la naturaleza. Esperé a que se alejara y cogí el rumbo hacia arriba – a la montaña. No sabía porque huía, pero sabía que tenía que hacerlo.

Supongo que me iban a comer después de hacerme a la barbacoa o quizás me iban a casar con el más viejo y sabio del pueblo. No me acordaba y la verdad no me quería acordar. Pero la imagen de ese cuerpo perfecto no se me iba de la cabeza y seguía sintiendo la fatal atracción hacia él, lo cual desde luego no era bueno.

Corría y corría, subía montaña arriba entre los árboles y lianas, esquivando bichos varios que aparecían en mi camino y asustados tropezaban y caían justo debajo de mis pies. Los pájaros y monos parecían saber a dónde iba y me acompañaban volando y saltando encima de mi cabeza.

Paré en un claro un segundo para orientarme. Todo parecía estar tranquilo cuando de repente dos fuertes brazos me empujaron sin delicadeza hacia una piedra enorme y cálida en el medio del claro. No veía a mi atacante, pero sentía su pene entre mis nalgas. De repente me di cuenta que estaba completamente desnuda con la excepción de la ridícula falda hecha de hojas de palmera que se mantenía todavía en mi cintura. El pene del atacante se deslizaba suavemente entre mis nalgas mojándome con su flujo más y más. Sentí el insoportable deseo de ser penetrada por él. Mis nalgas subieron por si solas, la espalda se doblo creando una forma atractiva de media luna y todo mi ser se preparo para el supuesto placer. El silencio predecía el comienzo de la tormenta, pero no paso nada.

Esperando y sin menguar ni lo mas mínimo el deseo seguía yo tumbada sobre la piedra cálida en el medio de la jungla. El suave sonido de las pisadas llamó mi atención y entonces vi pies rodeándome, muchos pies que se acercaban más y más. Pensé: “Vaya, ahora viene toda la tribu, al menos parece que me follaran antes de comerme, lo mismo será placentero y todo”. Empecé a reírme de mis propios pensamientos. Y me desperté.

“Que rollo”, pensé primero, “vaya sueño”. Pero enseguida me arrepentí de haberme despertado, intenté reconciliar el sueño, pero mi tribu ya se había ido, solo se quedó la piedra en el medio del claro y unas vistas preciosas hacia la selva. “Al menos disfrutaré del paisaje”, pensé yo. Doble mi falda de hojas y me senté en la piedra a despertarme tranquilamente con los primeros rayos del sol que entraban por la ventana de mi habitación a través de las enormes hojas de las palmeras.

jueves, 25 de junio de 2015

DESDENTADOS

Sentada junto a la barra con la cabeza apoyada en el codo saboreaba mi  cubata de ron con coca cola. Aburrida sin muchas ganas de trabajar y con el sueño que no me podía quitar de encima escuchaba las quejas de una amiga. Me contaba lo mal que se había portado con ella su reciente novio y los problemas que había tenido para recuperar sus cosas después de haber roto con él.
     Tú te crees el cabrón no me quería devolver mi maleta —se quejaba la chica. Yo no le decía nada. Siempre elegía novios muy chungos, ninguno de ellos trabajaba y todos se habían aprovechado de ella. Yo le decía que esa clase de personas no le convenían, pero parecía que cuanto más cerdo era el tío más le atraía. 
     Ese al menos no te pegaba como el yugoslavo que tenías hace un año —le comenté.
     Es que en aquel entonces era tonta —me dijo segura de que ahora ya había dejado de serlo.
     Ya —conteste yo por no decir lo que realmente pensaba.
La mirada del camarero se quedó clavada en la entrada del club lo que significaba que alguien indeseable había entrado. Me giré para ver quién era y vi un grupo de hombres de origen desconocido, bastante guarros y feos entrando por la puerta.
—¿Esos tan feos de donde serán? —dije yo en voz alta.
—Parecen serbios o de por ahí —contestó camarero.
El grupito se acercó a la barra y pidieron dos cervezas para cuatro que eran. Compartiendo las botellas entre ellos estudiaban con detalle el local y las chicas. Todas los estábamos mirando y creo que todas con la misma cara de asco.
Pasados un par de minutos uno de ellos se levantó del asiento y voló hacia mí y mi amiga. La tonta de amiga le estaba sonriendo.
—Hola chicas —pronunció él con cierto acento eslavo, pero con seguridad de alguien que sabe hablar español.
—Hola, que tal. ¿Cómo te llamas? —empezó a coquetear con el mi amiga.
El tío no le hizo ni caso, se acercó a mí y preguntó:
—¿Para quién trabajas monada?
—¿Y eso?
—¿Tienes protección?
—Si, preservativos.
—Jaja, que graciosa.
En este instante se acercaron todos sus compañeros. Sonreían con las bocas bien abiertas. Entre los cuatro tenían unos cinco dientes en total. Yo  alejaba la nariz disimuladamente hacia la barra que apestaba a cerveza, lo cual me parecía oler mucho mejor que esos cuatro.
—¿Tienes novio? –preguntó el más joven de ellos.
—Si, claro.
—Pero seguro que no es como nosotros. ¿Qué es un viejo español o algo así?
En ese instante entraron un par de policías urbanos al local. El jefe, al que ya conocía, me sonrió. Levanté la mano exageradamente para saludarle, casi salté de la silla para que me viera.
—Ese es mi novio – comenté a los cuatro feuchos.
Al ver el tamaño y la musculatura del policía los cuatro a la vez empezaron a desvanecerse en la sombra del local y poco a poco, como el flujo del petróleo del Prestige se fugaron por la puerta.
El policía se acerco.
—¿Que tal estáis chicas? – nos preguntó a mí y a mi amiga.
—Aquí aguantando la basura —contesté.
—Bien, hasta pronto entonces.
Y se fue con su compañero a tomar una copa. La amiga furiosa me dijo:
—Tu capullo de poli nos espantó a los clientes.
Yo solo moví la cabeza pensando que tonta era la chica.

lunes, 22 de junio de 2015

PARADISE


Aburrida de la rutina diaria y harta de mis clientes habituales decidí cambiar de aires y visitar alguno de los clubs que no conocía. Elegí el Paradise como destino para mi próxima aventura.

     El club, famoso por su tamaño y ubicación, hacía tiempo que atraía mi atención. El único inconveniente que veía era el idioma. Situado en la Junquera era el sitio frecuentado por franceses, ya que en su país tenían muy difícil echar una cana al aire. Sin embargo pensé que quizás más de uno hablaría ingles o español y que al final nos entenderíamos.

     Llamé con antelación al club para reservar una plaza. Me dijeron que podía ir cuando quisiera, así que al día siguiente a eso de las cinco de la tarde me presente ahí. El monstruoso edificio guardaba en silencio los secretos de la vida nocturna. En la recepción acababan de iniciar el trabajo y las pocas chicas que estaban preparadas para empezar tomaban café en la entrada.

     Me explicaron las normas que yo ya conocía, me dieron la tarjeta para acceder a la habitación y mostraron el pasillo que llevaba hasta ella. Las habitaciones se encontraban en el sótano, mientras que la sala estaba en la planta baja. Me duché, me cambié rápidamente y subí a la sala.

     Era un espacio enorme con cinco barras separadas, detrás de las cuales había un ejército de camareros. Las luces de neón eran las únicas que iluminaban el ambiente, un enorme escenario donde una chica delgadísima bailaba estriptis atraía todas las miradas. Di una vuelta a la sala buscando mi primera víctima bajo las amenazadoras miradas de las otras chicas. Casi todas eran rumanas.

     No encontré ninguna rusa. El atmosfera era bastante hostil. Las chicas atacaban a los clientes con buena pinta antes de que yo pudiera acercarme a ellos, la mayoría de los hombres eran jóvenes de unos 20 añitos franceses de origen árabe. Los pocos maduros eran españoles de los pueblos de al lado y constantemente estaban asediados por las rumanas. Empecé a sentirme muy sola y aburrida hasta que se me acercó un hombre con traje y corbata de unos 50 años y empezó la típica conversación de bienvenida en un español girones.

     Me explicó los pequeños detalles del trabajo en ese club como buen conocedor que era por cliente habitual. Siendo yo la atractiva novedad al final decidió subir conmigo a la habitación. “Subir” realmente era “bajar”. Pasamos por los pasillos iluminados con las tiras de luces LED sin que me abandonara la sensación de hostilidad. “Un club tan enorme y con tanta fama y no hay ninguna rusa”, pensaba yo. “No durare aquí mucho, quizás tres o cuatro días”.

     Pasados tres días estaba camino de vuelta a mi casa desesperada por volver a ver mis clientes de siempre y seguir con mi rutina diaria.
 

sábado, 20 de junio de 2015

EL GRANO EN EL CULO


—¡Ay! Aquí me duele algo —le dije a mi cliente intentando ver el punto provocador del daño. Como ese punto estaba en mi culo mis intentos acabaron sin resultado.
—Déjame ver que tienes ahí — me ofreció su ayuda al ver mis patéticos intentos de doblarme para acercar mis ojos a mi propio culo.
—¡Ay no! Me da vergüenza.
—Anda ya, trae el culo “pa ca” —dijo el firmemente encendiendo la luz.
Me puso a cuatro patas y apretó la espalda para ver mejor lo que tenía entre mis nalgas.
—¿A ver, donde?
—Ahí.
—Aquí tienes un agujero.
—Ya, cuando era zigoto tenía una cola y al nacer se me cayó, así que me quedé con el agujero.
—¿Qué eres un alíen o algo así?
—Eso, eso un alíen, pero eso no es, está un poco más abajo.
—A ver a ver, ah, aquí hay un granito chiquitito.
—¡Ay ay! No lo toques.
—Ya esta, se ha roto.
—¿Como que se ha roto, que le has hecho?
—Yo nada, el mismo se lo ha hecho. Anda dame una gasa o algo y el Betadine que te lo pongo.
—Ay, no sé, eso pica.
Le traje la gasa y el Betadine, pero sin estar muy convencida de que quería que me lo aplicara.
—Ven “pa ca” que te voy a curar.
—Ay, no sé, eso duele.
—Venga ya, no seas tan “quejona”.
Me apretó la gasa  en el punto dolorido suavemente y de repente un intenso dolor paralizó mi mente. Salté de la cama con gritos “Pica, pica, pica” intentando ventilar el culo, pero no se ventilaba.
Empecé a dar vueltas por el piso llorando y gritando: “como pica, como pica” y como el picor no se iba salí al balcón donde yo suponía que el aire seria más frio y quizás, me aliviaría el dolor. El cliente flipando igual de desnudo que yo me seguía. Nada más salir me encontré de cara con un bicho volador que atraído por las flores de mis plantas daba vueltas en el aire.
Con pánico intente escaparme de sus garras imaginarias y, al tropezar con la caja de azulejos que estaba en el medio me caí al suelo.
El cliente se partía de risa, sin embargo cogió el primer trapo que vio y dando vueltas en el aire con él me salvó del bicho que me atacaba.
Me tranquilice un poquito, mire el reloj, ya era la hora de ir al dentista. El cliente se ofreció a acompañarme.

—No sé el tiempo que voy a estar, me van a operar la encía que tienen que sacar no se qué cosa de ahí.
—Tranquila te espero —me dijo el amablemente mientras yo salía de su coche.
Pasada una hora con la cara completamente torcida por la anestesia salí yo al aire libre. El cliente me seguía esperando.
—¿Quieres un café o algo?
—Vale.
Sentados en la terraza de un bar nos reíamos de la aventura de aquella mañana mientras yo intentaba sorber mi café por el lado izquierdo de mi boca, el lado que no estaba afectado por la  anestesia. Las gotas del café se me caían a la blusa y yo maldecía al dentista y al bicho volador.
—¿Que te han dicho?
—Pues que los que me habían tocado la muela hace como 20 años me habían dejado ahí un trozo de herramienta y eso ha provocado una infección y no sé qué historia más y ahora no se puede arreglar, se tiene que sacar la muela.
—Menuda prostituta estás hecha con el culo y la cara averiados, ahora solo falta que te viniera la regla —comentó el cliente riéndose.
—Pues no te creas, lo mismo me viene esta tarde —conteste yo tristemente, sintiéndome más que  pobrecita. 


viernes, 19 de junio de 2015

EL MIEDO

Me vi de repente ante un club de aspecto viejo y dejado. Algunas de las letras del letrero ya no tenían luces, otras estaban medio descolgadas. Las paredes grises y sucias con ventanas pequeñitas y oscuras no invitaban a entrar. A pesar de ser ya de noche apenas había coches en el aparcamiento, aunque, quizás, hubo alguno detrás del edificio. Detrás de las rejas que rodeaban el edificio se adivinaba un en su época bonito jardín, ahora abandonado y lleno de malas hierbas. Enormes pinos tapaban la parte trasera del edificio aumentando la sensación de incertidumbre y decrepitud del lugar. Dos enormes gárgolas con sus bocas abiertas me miraban desde el techo, avisándome del peligro que me esperaba en el interior.
En la sala oscura apoyados en la barra varios hombres tomaban sus bebidas y hablaban entre ellos. Di la vuelta por toda la sala y descubrí escaleras que llevaban al otro espacio. Las seguí y aparecí en otra sala aun más oscura que la primera. Apenas pude distinguir varias figuras pegadas a la barra y otras sentadas en los sillones. Un par de chicas en faldas cortas hablan con un hombre, el camarero servía copas a un grupo de jóvenes. Todo parecía muy normal.

Detecté la mirada de un hombre de unos 40 años. Bajito y delgadito se acercó indeciso y me preguntó por el servicio. Hicimos el trato y fuimos a la habitación. Como no sabía a dónde ir pregunté en la recepción. Una señora mayor y con cara de bruja me indicó la puerta abierta hacia una pasillo oscuro. Entré en el pasillo seguida por el hombrecillo. La luz se hacía cada vez más escasa, detecté un movimiento a mi derecha y vi a la luz de una vela un hueco en la pared que hacia un arco. Me acerqué y en la luz LED roja del suelo vi a un hombre penetrando a una chica en un banco pegado a la pared. Me alejé murmurando algo como “¿No deberían de hacerlo en una habitación?”.
Pasados unos metros vi a la izquierda otro hueco. Allí una mujer alta y esbelta vestida de látex con botas altas pegaba a un hombre atado a la pared con un látigo. Seguí mi camino, pensando que es un sitio muy raro y tenebroso. Mi hombrecillo me siguió con la misma cara de flipe que yo. Fuimos pasando de unas imágenes a otras: lesbianas haciendo el amor, mujeres penetrando hombres con arnés, una enfermera metiendo algo enorme al ano de un hombre, una mujer colgada en las redes poseída por varios hombres. Con cada paso que hacía en la oscuridad la extraña sensación de que algo malvado me rodeaba se hacía más y más agobiante. De repente apareció un grupo de jóvenes completamente desnudos con mascaras venecianas en las caras. Saltando y riéndose nos adelantaron y desaparecieron en la oscuridad de uno de los pasillos.
—No estoy segura de que vamos bien —le dije a mi acompañante— me parece que estamos dando vueltas. Esa mujer de ahí, creo que ya la hemos visto antes, ¿no?—. Me di la vuelta y… mi acompañante no estaba. El pánico se adueñó de mí penetrándose en los rincones más escondidos de mi cuerpo, en cada musculo, en cada hueso. “Estoy sola en un pasillo sombrío de un sitio siniestro y no sé ni donde está la salida”, pensé mientras intentaba calcular cuánto tiempo habíamos estado andando. “No puede ser que el edificio sea tan largo. Aquí no hay ventanas, ni luz, estoy bajo tierra”.
Me di la vuelta intentando recordar la secuencia de las imágenes que había visto por el camino para volver atrás, pero los nervios no me dejaban pensar.
Empecé a correr tan rápido como podía con mis tacones altos. Me paré y quité los tacones, noté como el frio del suelo se apoderaba de mis pies. Aceleré, como un fantasma de un antiguo castillo vestida con la túnica blanca y ligera volaba por los pasillos en búsqueda de la salida. Y por fin: la luz. Ahí estaba la salvación. Era tan intensa que después de tanto rato en la oscuridad apenas podía distinguir su fuente. Me acerque con temor y respeto. Era la luz de una lámpara normal y corriente en una habitación completamente normal. Entré, miré hacia atrás. Por el hueco en la pared se podía ver el pasillo oscuro con las paredes de piedras.
Abrí la puerta de la habitación, no me importaba a donde me lleve siempre y cuando no sea al mismo pasillo diabólico. Era la puerta hacia el exterior. Salí con un salto al frescor de la noche y cerré la puerta. “Por fin fuera”. Las viejas Gárgolas clavaban sus peligrosas miradas en mí y sus bocas parecían decirme “vuelve, vuelve…”
“Ah, mis cosas, están ahí dentro, ¿qué hago?”, pensé. Y en este instante algo asqueroso empezó a subir por mi pierna apretándola con fuerza. Miré hacia abajo y vi a un enorme pitón moviéndose por mi pierna. Todos mis músculos se contrajeron........
De repente el pitón empezó a lamerme la pierna con su partida en dos larga lengua. “Eso no me lo creo”, pensé yo y... me desperté. Mi perro lamia mi pierna intentando llamar mi atención para que lo sacase a pasear. La luz del sol recién levantado entraba por la ventana…
 
 

 

lunes, 15 de junio de 2015

EL OBJETO PERDIDO

El perrito que tengo es una especie de mezcla de Yorkshire con algo un poco mas grande. Nunca he sido yo de perros, pero este se lo regalaron a mi hija por su cumple y no pude rechazarlo. Es una cosita muy mona, pero muy nerviosa. Cualquiera que venga a casa es olisqueado, lamido, tocado con la patita, vamos, examinado a fondo y solo despues de eso y en el caso de aprobacion el perro se queda tranquilo en presencia de esta persona.
Por ese motivo cada vez que atiendo a alguien en casa el perro se queda encerrado en otra habitacion.
...
- ¡Que bueno ha sido! ¿Verdad? -me pregunto tumbado boca arriba.
- Si - conteste yo sacandole el preservativo. Como siempre hice un nudo en ese para que no se escapasen los "niños, niñas y otros" y lo tire al suelo. Me tumbe y empecé la tipica intrascendente charla mientras acariciaba suavemente la barriga del cliente.
A rato se levanto y fue a ducharse. Yo como de costumbre me di la vuelta para recoger el preservativo, pero... no estaba ahi. ¡Habia desaparecido! Desnuda empece a dar vueltas por la habitacion mirando en todos los rincones. Claramente no estaba ahi. El cliente salió de la ducha y se apuntó a la busqueda.
- Es que luego viene mi hija y si encuentra eso no se que explicacion le podria dar - justificaba yo la importancia de la tarea.
- ¿Pues, donde lo habras metido? - contesto el cliente mirando detras de la cama.
Y entonces le vi. El pequeño ladron tan tranquilo estaba sentado en el suelo del pasillo lamiendose el culo.
-¡Eres tu, ladron! -grite yo con alegria de por fin encontrar la explicacion a la fantastica desaparecion del preservativo.
El perro me miro con su sonrisita habitual y siguio tan tranquilo con su importante tarea. El muy espabilado habia salido de su encierro y seguramente habia robado el tesoro. Yo, me tranquilice un poco, pero al dar la vuelta por el piso comprendi que no seria facil encontrar el objeto.
- Vete a saber donde lo habra metido - dije yo a mi misma, mientras el cliente ya desesperado rebuscaba por debajo de la mesa. - Tu tranquilo ya lo encontrare, no te preocupes -le dije yo al cliente, pensando justo lo contrario.
- Mandame un whats cuando lo encuentres - me dijo despidiendose. Cerre la puerta y, ¡oh cielos! ahi estaba escondido en uno de los zapatos de la niña el tesoro lleno de "otros".
"Menos mal", pense yo tirandolo a la basura. "Si lo encuentra la niña en su zapato no veas la que se lia"...

martes, 9 de junio de 2015

SIERRA NEVADA

Mis aventuras en la tierra soñada no acababan en Granada. Al llegar a hotel por fin pude tumbarme en la cama. Solo las ganas de quitarme el polvo del viaje pudieron hacerme levantar. Imaginandome lo calentita y relajadita que estaria en la bañera tumbadita me quite rapipdamente la ropa y fui corriendo al baño. Y, oh que decepcion! el baño no tenia bañera, sino un diminuto plato de ducha en el rinconcito.
- ¿Pero no se suponia que esto tendria bañera? - grite yo a mi acompañante metiendome ya en la ducha. El hizo parecer como si no me oiera. Abri el grifo, y, oh que horror! apenas salia el agua y encima fria. Me cage mentalmente en todos los dioces, en mi acompañante, en tierra soñada y me lave como pude con cuatro gotas de agua fria. Al salir de ahi puse la cara de cabreo inmenso y mi acompañante enseguida cambio la estrategia de no oir las cosas a intentar arreglarlas sin resultado. Se fue a la recepcion a preguntar por el agua y volvio comentando que no habia mas habitaciones libres y que nos teniamos que fastidiar con lo que habia.
Sali al balcon a fumar. Al menos la vista era agradable: se podia ver toda la ciudad y en el horizonte el sol diciendo el ultimo "hasta mañana" antes de esconderse detras de la montaña. Ahora me tocaba trabajar con mi granadino y no tenia ni ganas, ni fuerzas, ni tampoco estaba de buen humor...
...La mañana siguiente le pregunte: "¿A que hora vienes?"
- A eso de las tres, supongo. Cuando venga comeremos juntos.
- Pero tengo que salir del hotel antes de las doce, verdad?
- Si, dejas las maletas en la recepcion y te vas a dar un paseo por la ciudad - encontro rapidito la solucion.
Las ganas que tenia yo de dar vueltas por la ciudad eran "inmensas" teniendo en cuenta que el dia anterior hice como 20 km por las calles de Granada.
A las doce en punto estaba yo en la recepcion dejando las maletas en el trastero. Me fui a dar una vuelta, ya que era mas divertido que estar sentada en la escalera del hotel esperando a mi principe poco azul. La ciudad resulto tener mucha mas agua en las calles que en el hotel. En cada plaza y placita habia al menos una fuente y todas funccionaban. Los arboles cubiertas por las hojas de verde intenso parecian no tener falta de agua. Me dieron envidia y me compre una botella de agua como si con eso pudiera compensar mis duchas sin agua.
A las tres estaba yo sentada en las escaleras del hotel esperando al granadino que parecia no llegar nunca. Por fin llego y fuimos a comer a primer restaurante mas o menos aceptable que vimos.
- Podriamos ir a la Sierra Nevada - pregunte yo - me hace mucha ilusion.
- Si, supongo, nunca estuve ahi - me contesto pensando supongo de que si realmente era buena idea.
Depues de catorze vueltas por fin llegamos a la Sierra Nevada. Las montañas plagadas de hoteles de todos los colores y arquitecturas, tiendecitas, cafeterias y una pantalla gigante en el medio de la plaza principal - todo parecia estar esperando a la llegada de invierno para poder volver a llenarse de vida, nieve y diversion.
Me imagine como deberia de ser el lugar en invierno y me enomore de La Sierra Nevada. El aire fresco y limpio parecia haber envenenado mis pulmones acostumbrados a la contaminacion de Barcelona. Como idiota empeze a sonreir al sol radiante y hacer pajarito con las manos en el aire. El granadino tambien parecia feliz e intocsicado por la altura y el oxigeno.
Nos estiramos en las tumbonas de la unica cafeteria que estaba abierta y guardamos silencio observando el sol brillante a travez a de las gafas del sol y respirando el aire de la montaña.
Era la hora de ir al aeropuerto. Yo me queria quedar ahi en aquella tumbona para siempre.
- Esto tiene que ser precioso en invierno - dije yo suspirando - me habria gustado volver aqui para pasar unos dias esquiando.
- Que va, si esto esta plagado de gente en la temporada y todo es carissimo - contesto el, pero despues se lo penso dos veces y añadio - a lo mejor podriamos venir aqui en invierno, habra que hacer numeros.
Le regale la sonrisa de agradecimiento no porque realmente creia que me traeria aqui otra vez, sino porque al menos me dejo un poco de esperanza de que podria volver.
De vuelta en el aeropuerto de Granada estabamos otra vez esperando el avion que se retrasaba. Yo sentada como siempre en la maleta con la cara de cansansio y melancolia observaba carteles de propaganda.
- ¿Que te parecio el viaje? - me pregunto mi acompañante
- Esperate que todavia no hemos llegado a Barcelona, a ver que desgracia nos espera de camino - conteste yo con mi humor un poco deprimente.
- Esperate, que no se donde esta el tiquet de parquing - de repente se preocupo el y empezo a rebuscar entre un monton de papeles en su agenda.
- Lo que faltaba - dije yo tranquilamente. Ya no me importaban tonterias como esta. Encontre el lugar de mis sueños - La Sierra Nevada y respire el aire que tanto me faltaba en mi claustrofobico pisito de Cornella de Llobregat.
A pesar de todas las desgracias el viaje ha sido maravilloso. Solo sueño en volver a mi tierra soñada...

lunes, 8 de junio de 2015

ALHAMBRA

El viaje empezo a la mala hora y con mala leche. Me vino a recoger a casa a las 5 de la mañana. Yo con el sueño en todas partes de mi cuerpo no tenia ganas ni de hablar. Pasada una hora estaba yo sentada encima de la maleta en el aeropuerto del Prat esperando al avion que venia con retraso.
Despues de la espera de mas de una hora y el vuelo bastante incomodo por fin aterrizamos. Yo estaba desesperada por llegar a la ciudad de la cual me habian hablado tanto y la cual hacia tiempo que queria visitar. Pero mis desgracias solo acababan de empezar.
La compania de alquiler de coches nos tuvo esperando en la cola casi una hora. Cuando por fin obtuvimos la llave y nos metimos en el diminuto FIAT se arranco con facilidad y al recorrer dos metros se apago y no volvio a arrancar. Nos tuvieron una hora mas en el aeropuerto hasta que por fin conseguimos otro coche que al menos funccionaba.
Por fin estabamos en Granada - tierra soñada. Tenia hambre, sed, ganas de mear y yo que se cuantas cosas mas. Encontramos un bar cualquiera y pedimos como de costumbre para mi cafe con leche corto y un croissant y para el un cafe solo. Sin embargo, famosa por su tapeo Andalucia, en la piel de camarera nos dijo que nos traia el desayuno tipico de ahi. La bandeja llena de tapas con dos cañas de cerveza y un florero con una flor aparecio en nuestra mesa por sorpresa. La sorpresa acabo siendo amarga cuando trajeron la cuenta.
Mi acompañante que era de origen Granadino presumia de saberlo todo de su ciudad natal. Por supuesto yo confiaba en sus conocimientos. Pero poco a poco fui descubriendo que viviendo toda la vida en Catalunya sabia de Granada mas o menos lo mismo que yo. Fuimos en busqueda del Alhambra dado que antes de salir de viaje en los articulos lei que no se puede ir a Granada y no visitar Alhambra. Acabamos andando kilometros en direcciones diferentes y nunca alcanzamos la famosa Alhambra. Cuando tenia ya los pies destrocados y los muslos dolidos por fin vi las murallas.
La antigua reliquia arabe se aposentaba majestuosamente sobre la ciudad sin ropmer sin embargo la harmonia del conjunto. Las murallas y palacios medio escondidos entre los jardines le proporcionaban a la ciudad ese encanto especial que hace de Granda una ciudad unica.
Queria entrar dentro del recinto, pero descubri que las entradas se tenian que haber comprado con un mes de antelacion pòr internet. Fue una gran decepcion no poder visitar Alahmbra por dentro. Mi acompante sin embargo, el gran experto de Granda, me comento de que tampoco valia tanto la pena. Que no habia nada interesante por dentro. Que gran capullo!
Nos fuimos de ahi al centro de la ciudad en busqueda del restaurante para comer. En la entrada a una de las plazas me ataco una gitana vieja con un ramo de hierbas desecadas diciendome que esas flores yo las necesitaba urgentemente para mejorar mi suerte. Me costo trabajo desaserme de ella mientras agarraba mi bolso con fuerza por si acaso.
Despues de comer fuimos a buscar el coche que ninguno de los dos sabia donde estaba. Nos dimos un monton de vueltas por Granada subiendo y bajando las calles, callejones y callejuelas. Por fin cuando yo ya estaba por ponerme histerica lo encontramos.
Al meterme al coche me quite las bambas y calcetines que estaban ardiendo y dije que no queria volver a ver Granada ni en sueños. Eso era una gran mentira. La ciudad me encanto, pero quizas con un acompañante mas Granadino la excursion seria mas agradable.
Cojimos el rumbo a Jaen donde teniamos el hotel. Estaba tan cansada que me hundi en el sueño sobre los principes y princesas arabes de los siglos pasados hasta que un brusco frenazo del coche me desperto de repente. Por poco nos comimos el culo del coche de delante a pocos metros de Jaen...

CONTINUARA...

miércoles, 3 de junio de 2015

EL CAMIONERO

- Podrias venir a mi camion? - me preguntaba el pesado por WhatsApp.
- No, prefiero hacerlo en mi camita que se esta muy bien aqui
- Y me podrias mandar una foto tuya, te pagaria 5 euros por ella.
- Vendras aqui con 5 euros para pagarme la foto?
- Te recargo el telefono si quieres
- Ah, bien, vale
Le mande una de las fotos que tenia en el movil pensando que era un payaso y que seguramente no me recargaria el telefono. Pero me equivoque. En 10 minutos llego el mensaje de recarga de 10 euros.
- Me ha encantado tu foto. Te carge 10 euros para tener el saldo en  mi cuenta para la proxima foto - no tardo en llegar el mensaje del pesado.
Asi empezo nuestra relacion estraña por WhatsApp. Me recargaba todos mis telefonos y los de mis conocidos que tenian targeta prepago mientras yo le enviaba mis fotos.
Un dia llego la nueva propuesta: "¿Me dejarias escuchar como lo haces con un cliente?
Yo dudaba de la legalidad y la moralidad del asunto, asi que pregunte a uno de mis clientes si le importaria que lo hiciera. No le importo ni mas minimo, es mas parecia hacerle gracia y, claro sabiendo que el otro estaba escuchando empezo a hacer el teatro: exagerar los gemidos, decir frases poeticas, e intentar vender mi imagen a lo maximo.
Acabe cobrando del uno y del otro.
Ahora ya no eran solo fotos sino tambien las escuchas diarias de todos los clientes que aceptaban la propuesta. A todos les hacia gracia y parecia enriquecer mas nuestras relaciones sexuales.
- Hoy es mi cumpleaños, ¿me podrias regalar una foto o una escucha?
- Por supuesto - dije yo pensando en que a ese ritmo pronto tendria que hacer fotos nuevas
- Y yo quiero mimarte, cobro esta semana y quisiera regalarte algo, que pòdria ser?
- Me gusta la ropa interior, pero la tengo que probar antes de comprar.
- Bien, pues vas, la pruebas y me mandas la foto de la ropita y de la etiqueta y la direccion de la tienda. Yo te la compro.
- Y como me lo das? tambien por telefono?
- Eh, eso no lo he pensado, entonces como lo hago?
- Porque no vienes con ello a verme? Por fin nos conoceremos y echaremos un polvito
- Hecho
Mañana me toca ir a probar la ropita sexy. Que ilusion!!! A ver si es verdad y me lo regala...

martes, 2 de junio de 2015

EL TRASTERO

Me estaba esperando en la calle como siempre, pero esta vez su perro no le acompañaba.
- Y tu perro? - pregunte yo poniendo la cara de como si realmente me importaba su mascota.
- Esta en casa - me contesto. Note cierto nerviosismo en su comportamiento y empece a preocuparme. Ni dios sabe que le puede ocurrir a un cliente, aunque sea conocido. A veces crees que conoces a la persona lo suficiente como para poder predecir sus acciones y un dia va y te sorprende. Vale si es una sorpresa agradable, pero ¿y si no lo es? A mi la verdad no me gustan nada las sorpresas, mas que nada porque segun la estadistica 99% de ellas son las que tu no quieres que pasen.
Y esta vez ya notaba yo que me esperaba una sorpresa.
- Estas bien? - le pregunte mientras ibamos hacia el accensor. No es que quisiera saber como estaba, sino que esperaba que me dijera algo antes de encontrarme con la sorpresa.
- Si, nada, hoy es festivo, que es raro, es lunes ya sabes, y...
Se abrio la puerta del ascensor y entramos. Y en este instante me di cuenta de que estabamos en el lugar equivocado. Mi cliente vivia en un loft de planta baja por lo que no teniamos porque coger ningun ascensor. Cuando el apreto el boton del -1 a mi ya me habia entrado el panico.
- ... bueno, mi mujer esta en casa... - seguia el. Yo notaba como la sangre de todo mi cuerpo venia a mi cara.
- Por eso vamos al trastero. - me comento. Tal como me asuste, de la misma manera me desasuste, rapida y silenciosamente.
- Ah!, no sabia que tuvieras un trastero... - dije yo la primera tonteria que me paso por la cabeza mientras recorriamos el corredor lleno de puertas con numeros.
- Si, esta justo debajo de mi casa - dijo el abriendo la puerta del numero 13.
"Encima el 13" - pense yo - "no podia ser otro numero, claro". Despues me acorde de que el 13 solia ser bueno para mi. Me acuerdo de haber estudiado de todo el contenido para un examen de derecho civil solo la pregunta 13 y me toco exactamente esa pregunta. Que suerte! Bueno fue suerte para aquel entonces, ahora pienso que si repitiera el examen a lo mejor ahora sabria mas del derecho civil.
La luz que encendio mostro todo el contenido del trastero: cajas, baules, bicis, estanterias llenas de chismes, bolsas de plastico y yo que se mas. Pero lo que mas destacaba en todo aquel caos de cosas eran las paredes sucias y llenas de manchas de humedad.
Le sonrei simpaticamente mientras buscaba donde colocar mi bolso para que no se manchara con nada. Encontre un plastico que parecia recientemente traido y por lo tanto menos sucio, puese ahi mis cosas y empeze con mi trabajo intentando respirar lo menos posible para no pillar ninguna enfermedad estraña y ademas porque todo aquello apestaba a trapos sucios.
Me puso contra la asquerosa pared y con sus movimientos rapidos y firmes empujaba mi cuerpo hacia ella, lo cual yo intentaba evitar a toda costa. Como de costumbre empeze a gemir.
- No hagas ruidos, mi mujer esta justo encima de nosotros viendo la tele - me dijo acelerando la marcha.
Me calle rapidamente y solo pensaba en esa mujer que seguramente no sabia nada de las aventuras de su marido.
Por fin llego el orgasmo tan deseado (sobre todo por mi para poder salir de aquel antro). Le quite el preservativo y lo envolvi en las servilletas de McDonald's que siempre llevo en el bolso. (Cada vez que voy ahi me llevo unas cuantas por si acaso).
- Podrias tirarlo en la calle? - me pregunto.
- Pues claro - conteste amablemente mientras pensaba "si no fuera por mis servilletas ya me diras como iria yo con el preservativo lleno de esperma por la calle".
En este instante vi algo moviendose al lado de una caja. Un grito de horror salio de mi boca. Era una enorme cucaracha, una de estas aplastadas con alas de color marron oscuro que saben escalar por las paredes e incluso dicen que saben volar. Tal como estaba, completamente desnuda y con el preservativo envuelto en la servilleta sali pitando del trastero moviento las manos histericamente con intencion de quitarme de encima las cucarachas que parecian atacarme. Soy conciente que es patetico tener tanto miedo a estos bichos, pero es superior a mi. Ahi en el corredor desnuda e indefensa estaba yo asegurandome de que no habia nadie ni en mi pelo ni en mi espalda. Mientras tanto el cliente flipando en colores con mi sujetador en la mano intentaba pasarmelo desde el trastero. Me vesti tan rapido como pude sin volver al trastero; por suerte a ningun vecino se le ocurrio bajar en esos momentos ahi.
- Vaya!, no sabia que tenias tanto miedo - me dijo el cliente ya en el ascensor.
- Ya - conteste yo la palabra salvadora para no decirle todo lo que pensaba de el y su trastero.
- Hasta otra entonces - se despedio de mi
- Hasta otra - conteste yo con la sonrisa forzada mientras salia del portal con el preservativo lleno de esperma envuelto en la servilleta de McDonald's...