viernes, 26 de junio de 2015

ATRAPADA EN LA JUNGLA


Iba corriendo por la jungla. La tierra suave con abundante vegetación me acariciaba los pies. Las raíces de los árboles que sobresalían de la tierra eran obstáculos divertidos y fáciles de saltar. Los rayos del sol atravesando las hojas de gigantescas palmeras iluminaban de vez en cuando la tierra y mi cuerpo, lo cual alegraba aun más mi rápido viaje a través de la selva. A donde iba con tanta prisa y de donde venia no lo sabía ni me importaba lo más mínimo. Solo sentía el placer del movimiento de mis músculos, el aire cálido y húmedo y las imágenes del maravilloso lugar que iba atravesando.

De repente me di cuenta de que no Estaba haciendo deporte en la jungla sino que escapaba de alguien. Súbitamente la alegría se esfumó y sentí una profunda sensación de preocupación e inquietud.

Y entonces le vi: el brillante y bronceado cuerpo de un hombre salvaje iluminado por los rayos del sol. Estaba buscándome entre los árboles. Salté hacia profundidad de la vegetación y me tumbé en la tierra. Pasó justo delante mío, paro un momento escuchando los sonidos de la jungla. Pero todo estaba en silencio. Sus músculos eran perfectos, me excitaban solo de verlos aun a lo lejos, cada curva de su cuerpo provocaba la extraña sensación de necesidad de estar cerca de él. Sin embargo la razón podía con la primitiva llamada de la naturaleza. Esperé a que se alejara y cogí el rumbo hacia arriba – a la montaña. No sabía porque huía, pero sabía que tenía que hacerlo.

Supongo que me iban a comer después de hacerme a la barbacoa o quizás me iban a casar con el más viejo y sabio del pueblo. No me acordaba y la verdad no me quería acordar. Pero la imagen de ese cuerpo perfecto no se me iba de la cabeza y seguía sintiendo la fatal atracción hacia él, lo cual desde luego no era bueno.

Corría y corría, subía montaña arriba entre los árboles y lianas, esquivando bichos varios que aparecían en mi camino y asustados tropezaban y caían justo debajo de mis pies. Los pájaros y monos parecían saber a dónde iba y me acompañaban volando y saltando encima de mi cabeza.

Paré en un claro un segundo para orientarme. Todo parecía estar tranquilo cuando de repente dos fuertes brazos me empujaron sin delicadeza hacia una piedra enorme y cálida en el medio del claro. No veía a mi atacante, pero sentía su pene entre mis nalgas. De repente me di cuenta que estaba completamente desnuda con la excepción de la ridícula falda hecha de hojas de palmera que se mantenía todavía en mi cintura. El pene del atacante se deslizaba suavemente entre mis nalgas mojándome con su flujo más y más. Sentí el insoportable deseo de ser penetrada por él. Mis nalgas subieron por si solas, la espalda se doblo creando una forma atractiva de media luna y todo mi ser se preparo para el supuesto placer. El silencio predecía el comienzo de la tormenta, pero no paso nada.

Esperando y sin menguar ni lo mas mínimo el deseo seguía yo tumbada sobre la piedra cálida en el medio de la jungla. El suave sonido de las pisadas llamó mi atención y entonces vi pies rodeándome, muchos pies que se acercaban más y más. Pensé: “Vaya, ahora viene toda la tribu, al menos parece que me follaran antes de comerme, lo mismo será placentero y todo”. Empecé a reírme de mis propios pensamientos. Y me desperté.

“Que rollo”, pensé primero, “vaya sueño”. Pero enseguida me arrepentí de haberme despertado, intenté reconciliar el sueño, pero mi tribu ya se había ido, solo se quedó la piedra en el medio del claro y unas vistas preciosas hacia la selva. “Al menos disfrutaré del paisaje”, pensé yo. Doble mi falda de hojas y me senté en la piedra a despertarme tranquilamente con los primeros rayos del sol que entraban por la ventana de mi habitación a través de las enormes hojas de las palmeras.

5 comentarios:

  1. me meteré en tus sueños y con mi enorme pene te dejare satisfecha

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  2. ¡Yo quiero ser ese tío!

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  3. Creo que todos tus clientes nos presentamos voluntarios para formar esa "tribu" que cumpla tus deseos

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  4. Me estoy entrenando para correr desnudo detras tuyo por la selva

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  5. Pues tened cuidado no se os enrede vuestras enormes pollas con alguna zarza o peor aun, que una boa constrictor la confunda con una sonrosada hembra.

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