El perrito que tengo es una especie de mezcla de Yorkshire con algo un poco mas grande. Nunca he sido yo de perros, pero este se lo regalaron a mi hija por su cumple y no pude rechazarlo. Es una cosita muy mona, pero muy nerviosa. Cualquiera que venga a casa es olisqueado, lamido, tocado con la patita, vamos, examinado a fondo y solo despues de eso y en el caso de aprobacion el perro se queda tranquilo en presencia de esta persona.
Por ese motivo cada vez que atiendo a alguien en casa el perro se queda encerrado en otra habitacion.
...
- ¡Que bueno ha sido! ¿Verdad? -me pregunto tumbado boca arriba.
- Si - conteste yo sacandole el preservativo. Como siempre hice un nudo en ese para que no se escapasen los "niños, niñas y otros" y lo tire al suelo. Me tumbe y empecé la tipica intrascendente charla mientras acariciaba suavemente la barriga del cliente.
A rato se levanto y fue a ducharse. Yo como de costumbre me di la vuelta para recoger el preservativo, pero... no estaba ahi. ¡Habia desaparecido! Desnuda empece a dar vueltas por la habitacion mirando en todos los rincones. Claramente no estaba ahi. El cliente salió de la ducha y se apuntó a la busqueda.
- Es que luego viene mi hija y si encuentra eso no se que explicacion le podria dar - justificaba yo la importancia de la tarea.
- ¿Pues, donde lo habras metido? - contesto el cliente mirando detras de la cama.
Y entonces le vi. El pequeño ladron tan tranquilo estaba sentado en el suelo del pasillo lamiendose el culo.
-¡Eres tu, ladron! -grite yo con alegria de por fin encontrar la explicacion a la fantastica desaparecion del preservativo.
El perro me miro con su sonrisita habitual y siguio tan tranquilo con su importante tarea. El muy espabilado habia salido de su encierro y seguramente habia robado el tesoro. Yo, me tranquilice un poco, pero al dar la vuelta por el piso comprendi que no seria facil encontrar el objeto.
- Vete a saber donde lo habra metido - dije yo a mi misma, mientras el cliente ya desesperado rebuscaba por debajo de la mesa. - Tu tranquilo ya lo encontrare, no te preocupes -le dije yo al cliente, pensando justo lo contrario.
- Mandame un whats cuando lo encuentres - me dijo despidiendose. Cerre la puerta y, ¡oh cielos! ahi estaba escondido en uno de los zapatos de la niña el tesoro lleno de "otros".
"Menos mal", pense yo tirandolo a la basura. "Si lo encuentra la niña en su zapato no veas la que se lia"...
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