Hay personas con las que hablas con
más libertad y soltura, a veces con un grado de provocación. Le hablaba de mi
adolescencia y sobre algunos trabajos que había tenido además “de lo mío”, llevándolo todo a un tiempo en
que yo era muy niña.
- Pero, ¿tu cuando empezaste a
trabajar?.- Era una pregunta que esperaba, quizás le falto completar la frase
con “de lo tuyo”.
- Muy pronto.- Conteste, dejándolo de
entrada muy sorprendido, casi asustado.- Ya era muy pequeña cuando empecé en
correos, repartiendo cartas. Bueno en realidad yo repartía las cartas mientras
el cartero dormía, después el me daba una parte. Me levantaba muy temprano,
entregaba las cartas y después a la escuela. Ese fue mi primer trabajo.
Después le fui hablando de toda una
serie de trabajos de manera confusa pero que me situaron en un inicio muy
temprano en ese mundo de “lo mío”. A los quince años discutí con mi madre y me
fui de casa con la mochila escolar por todo equipaje, un poco amparada por el
sistema que me permitía vivir en el colegio.
Le explique que a los 16 ya conducía
mi propio coche aunque no podía tener carnet a esa edad. El coche estaba en
realidad a nombre de un cliente y yo lo conducía y pagaba las multas....
También me había dedicado a vender
fruta, a ir a los mercados de abastos y allí comprar al por mayor para después
revender, todo de manera ilegal y sin ningún tipo de control. Por la mañana
temprano iba con un compañero en un camioncillo a buscar verduras, en el
mercado una menor era perfecta para comprar sin que nadie la controlase. Uno de
esos días en que iba vestida “de lo mío”, ya que venía de trabajar durante toda
la noche y en el bolso llevaba el dinero para la compra de sandias me tope con
un par de policías que me miraron y llamaron la atención.
- Oye, ¿qué haces aquí?.- me
preguntaron jocosamente. Me cogieron el bolso y
lo empezaron a revisar encontrando el fajo de billetes.
- ¿Que, de trabajar?. Te vienes con
nosotros a la comisaria que te vamos a fichar.-
Por mi cabeza pasaron todos los
posibles infiernos. Fichada llegarían a mi familia y para mi madre sería el fin
de su trabajo, una situación terrible. Sin pensármelo dos veces empecé a correr
con mis finos y altos tacones perseguida por los policías y, como era de
esperar acabe de bruces en el suelo.
Con esposas y las manos a la espalda
me llevaron a comisaria, allí me dejaron en una sala llena de hombres fumando,
con una atmósfera cargada y agobiante, apenas podia respirar y ver algo o alguien. Las sombras de los policias sentados no se movian, solo me miraban en silencio.
Uno de ellos, más descarado y
desagradable me levanto la faldita y dijo: "¿Que ya te has puesto las bragas?". Le golpee
la mano defendiéndome y acabe en el suelo de un tortazo y de allí a los calabozos ya
acabándoseme el mundo......
Por suerte mi compañero, que había
visto toda la escena del mercado se presento en la comisaria:
- ¿Dónde está mi novia?.- Pregunto.-
¿que habéis hecho con ella?
Los policías se quedaron
sorprendidos, de alguna manera pensaron que habían metido la pata y sin grandes
explicaciones y con alguna disculpa me dejaron ir sin más comentarios.
Esos eran
mis trabajos.