sábado, 4 de julio de 2015

LA PICHA PERFECTA (Parte II)


Después de la poco agradable visita al mayor de los sex-shops decidí comprar el arnés por internet. Después de dos días de búsqueda en diferentes páginas por fin encontré lo que buscaba. Un arnés negro con varios aros de diferentes diámetros para poder aprovecharlo con diferentes tamaños de dildos.
—Pasa, pasa, mira, por fin lo tengo aquí en la página —dije yo a Niuf Niuf que acababa de entrar al piso.
—Jo tía, todavía con tu picha?
—Pues claro, necesito mi picha, que nunca he tenido una, pobrecita yo.
—¿Pero tienes clientes para eso?
—¡Pues claro, cualquiera estará encantado!
—¡Yo no!
—Anda que mente tan cerrada.
—Ya ya. ¿Qué es eso? Eso no tiene picha, solo cuerdas de escalar o algo así.
—Si, aquí en el agujerito se mete la pichurrita.
—Buah, cada cosa que inventan. ¿Entonces que, te compro ese chisme?
—Si, si, si, también las cuerdas por si acaso.
—Jo. ¿Y eso para qué?
—Para atarte cariño cuando estés en el rinconcito.
—Y dale con el rinconcito.
En pocos minutos teníamos encargado el arnés.
—¡Por fin, tendré la picha de mis sueños!
—Pero que ilu te hace, tía!
En 24 horas recibí la caja misteriosa con el contenido valioso. Poco a poco la abrí impaciente por ver mi nuevo juguete, pero temiendo que no me gustara.
Saqué la bolsa, la abrí y eche el primer vistazo al juguete. Ese fue el momento del amor a primera vista. Eran perfectos: el arnés y la picha. Me los coloque en el sitio que les correspondía y me vi “un hombre nuevo”.
Sonó el teléfono.
—¿Estas libre? —preguntó uno de los clientes habituales
—Siiiii, y tengo una cosita para ti.
—¿En serio, que es?
—Ah, es una sorpresa —contesté yo con la sonrisa diabólica en la cara.
Mi primera víctima estaba a punto de caer en mis garras.

Al entrar no se dio cuenta de lo que le esperaba. Como siempre sonriente y contento pasó a la habitación, se sentó en la cama y me pregunto:
—¿Y la sorpresa?
Me quite la ligera bata que llevaba encima y le mostré la picha de mis sueños entre mis piernas.
La mandíbula del hombre se cayó al suelo con espantoso ruido de “Gr, gra, jro”
—¿Qué pasa, no te gusta? —pregunte yo poniendo cara de niña enfadada.
—Jo tía, ¿Qué es eso? ¡Qué horror! ¡Qué grande! ¿Y eso, que es eso? ¿Jo, eso es para mí? No sé yo si quiero eso —no paraba de hablar y quejarse el cliente.
—Claro cariño, es para ti —seguía yo con la carita de niña inocente aguantando la risa y llorando del dolor en los pómulos de las contracciones que aquello me daba.
...
Pasados 10 minutos estaba yo penetrando a mi cliente por detrás, lo cual le encantaba. Sin embargo, a mi no me gustaba tanto como yo creía. La sensación de penetrar en vez de ser penetrada era extraña y quizás excitante, sin embargo era horriblemente incomodo y además me tenía que mover mucho. Yo que estoy acostumbrada a estar tumbadita mientras el cliente trabaja, apenas podía aguantar el ritmo que llevaba mi cliente por la pasión que le estaba arrastrando. 

Al día siguiente me dolían las piernas. “Pues que rollo, ahora tendré que trabajar y mira que me hacía ilusión tener mi picha perfecta”.

4 comentarios:

  1. Vaya vicio que gastas tia

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  2. cuando vaya a verte me la enseñas pero a mi como el nufnuf ni me la cerques por detras

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  3. Si la veis inevitablemente la tendreis dentro, es el magnetismo de la sodomía y la estimulación de próstata. Y si no mirad a los Griegos, los grandes descubridores y precursores del sexo anal ahora son los que están siendo sodomizados, por la Troika, ja ja ja...

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  4. yo diria que a la que estan sodomizando es a la Merkel

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