Hace tiempo que quería tener una picha, pero no una picha
cualquiera, sino una perfecta.
—Me han dicho que han abierto un supermercado sex-shop,
quiero que me lleves ahí ahora —le dije a Niuf Niuf un día.
—Vale —contesto él con su habitual obediencia.
Pasada media hora estábamos ante un enorme local con
ventanas negras completamente opacas. En la entrada un letrero prohibía la
entrada a menores de 18 años.
—Bueno aquí estamos, a ver que hay.
Nada más entrar nos sumergimos en un mundo de chismes
variopintos para placeres sexuales: dildos, consoladores, vibradores, cremas,
aceites, preservativos, bolas chinas, succionadores, muñecas inflables y yo que
se mas. Pasando de estantería a estantería mirábamos cada chisme para intentar
averiguar que era exactamente y como se utilizaba. Enseguida nos atacó uno de
los dependientes y empezó a marearnos con la información sobre no se qué nuevo
chisme súper guachi que en realidad no nos interesaba en absoluto. En cuanto
pudimos deshacernos de él seguimos con nuestra tranquila visita, llegamos a la
sala de BDM y ahí nos paramos observando látigos, mascaras, esposas, cuerdas y
ropa de látex.
—¡Ay!, yo quiero uno de esos —dije yo señalando el látigo más
largo, negro y gordo y con pinchos insertados en el cuero.
—¡Por favor! ¡Qué miedo! —me contestó Niuf Niuf con ojazos
de susto y risa.
—Ese lo voy a utilizar contigo. Cuando te portes mal te mandaré
al rinconcito con el culo al aire y un lacito en el cuello y te pegaré con eso
de vez en cuando.
—Oye no te pases, eso a mí no me va.
—Eso mola mogollón, tú no entiendes nada en las ovejas.
—Yo entiendo de mierdas, las ovejas las dejo para ti.
—Vale.
Seguimos en la búsqueda de la picha y no lográbamos encontrar
la adecuada.
—¿Pero tú, como la quieres exactamente? —me preguntó Niuf
Niuf después de media hora de vueltas por el local.
—Pues no sé, la quiero perfecta.
—Vale. ¿Y cómo es?
—Pues no sé, natural supongo, un poco grande, pero no mucho,
bueno más bien normal, y no muy fina, ni tampoco gorda.
—Ya. ¿Como la mía?
—Bueno, más bien una de plástico o algo así.
En ese instante el dependiente viendo nuestra indecisión
volvió con otro chisme en la mano.
—Tócalo, tócalo, mira que suave y que color tan bonito tiene
y mira como vibra —decía el tío mientras nosotros nos mirábamos uno al otro
desesperados por deshacernos de él.
—Estamos buscando un arnés.
—Ah, si, por aquí por favor. ¿Para quien es, para Usted? —le
preguntó a Niuf Niuf.
El pobre Niuf Niuf no sabía cómo esconder su vergüenza y
contestó rápidamente:
—No, no, yo no, yo no, es para ella.
—Entonces Ustedes deberían de probar este que es perfecto
para el ano masculino —contestó el dependiente acercándonos una caja con el arnés
rosa dentro—y tiene varias velocidades y además se mueve así – siguió el
sacando el arnés de la caja y jugando con el.
—¿Cuánto vale esto? —pregunte yo más preocupada por el
precio que por los movimientos del pene.
—129 euros – contestó descaradamente el dependiente.
“Me cago en la leche, quien puede permitirse un chisme así
con ese precio” pensé yo y conteste:
—Ah, gracias. ¿Algún otro, de color natural?
—Si, por aquí hay más…
El dependiente nos enseñó toda la gama de arneses con penes
y sin ellos y ninguno se adaptaba a mi gusto, sobre todo por el precio.
Pasada una hora salimos del local sin haber adquirido nada,
pero habiendo tocado y visto toda clase de pichas y chismes que uno puede
imaginar.
Al salir al aire libre por fin pude decir todo lo que estaba
pensando de aquella tienda y su contenido, incluido el dependiente.
—Esta es la primera y la última vez que venimos aquí —concluí
yo después de haber vomitado toda clase de insultos sobre la tienda.
Niuf Niuf aun con los pómulos sonrojados solo contesto:
—Tampoco deberíamos haber ido esta vez.
—Tu tranqui, la picha la compramos por internet
—Si eres tú la que la necesita.
—Sí, pero tú la vas a comprar.
—Jo. ¡Siempre me toca la parte de pagar, coño!
Soy Alicia una chica escort, sígueme en mis aventuras en la cama y también fuera de ella. Conmigo descubrirás el sexo y el amor, la farsa y la realidad, la riqueza y la miseria. Sígueme allá donde vaya y puede que descubras la salsa de la vida. Visitaras los clubs de España y en su interior conocerás el mundo de la prostitución. Deja volar tu imaginación y vivirás momentos excepcionales, conocerás gente especial y como poco lo pasaras muy bien riéndote conmigo.
¿la tienes?, ¿como te queda?.... no te imagino con eso
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