jueves, 2 de julio de 2015

LA PICHA PERFECTA (Parte I)

Hace tiempo que quería tener una picha, pero no una picha cualquiera, sino una perfecta.
—Me han dicho que han abierto un supermercado sex-shop, quiero que me lleves ahí ahora —le dije a Niuf Niuf un día.
—Vale —contesto él con su habitual obediencia.
Pasada media hora estábamos ante un enorme local con ventanas negras completamente opacas. En la entrada un letrero prohibía la entrada a menores de 18 años.
—Bueno aquí estamos, a ver que hay.
Nada más entrar nos sumergimos en un mundo de chismes variopintos para placeres sexuales: dildos, consoladores, vibradores, cremas, aceites, preservativos, bolas chinas, succionadores, muñecas inflables y yo que se mas. Pasando de estantería a estantería mirábamos cada chisme para intentar averiguar que era exactamente y como se utilizaba. Enseguida nos atacó uno de los dependientes y empezó a marearnos con la información sobre no se qué nuevo chisme súper guachi que en realidad no nos interesaba en absoluto. En cuanto pudimos deshacernos de él seguimos con nuestra tranquila visita, llegamos a la sala de BDM y ahí nos paramos observando látigos, mascaras, esposas, cuerdas y ropa de látex.
—¡Ay!, yo quiero uno de esos —dije yo señalando el látigo más largo, negro y gordo y con pinchos insertados en el cuero.
—¡Por favor! ¡Qué miedo! —me contestó Niuf Niuf con ojazos de susto y risa.
—Ese lo voy a utilizar contigo. Cuando te portes mal te mandaré al rinconcito con el culo al aire y un lacito en el cuello y te pegaré con eso de vez en cuando.
—Oye no te pases, eso a mí no me va.
—Eso mola mogollón, tú no entiendes nada en las ovejas.
—Yo entiendo de mierdas, las ovejas las dejo para ti.
—Vale.
Seguimos en la  búsqueda de la picha y no lográbamos encontrar la adecuada.
—¿Pero tú, como la quieres exactamente? —me preguntó Niuf Niuf después de media hora de vueltas por el local.
—Pues no sé, la quiero perfecta.
—Vale. ¿Y cómo es?
—Pues no sé, natural supongo, un poco grande, pero no mucho, bueno más bien normal, y no muy fina, ni tampoco gorda.
—Ya. ¿Como la mía?
—Bueno, más bien una de plástico o algo así.
En ese instante el dependiente viendo nuestra indecisión volvió con otro chisme en la mano.
—Tócalo, tócalo, mira que suave y que color tan bonito tiene y mira como vibra —decía el tío mientras nosotros nos mirábamos uno al otro desesperados por deshacernos de él.
—Estamos buscando un arnés.
—Ah, si, por aquí por favor. ¿Para quien es, para Usted? —le preguntó a Niuf Niuf.
El pobre Niuf Niuf no sabía cómo esconder su vergüenza y contestó rápidamente:
—No, no, yo no, yo no, es para ella.
—Entonces Ustedes deberían de probar este que es perfecto para el ano masculino —contestó el dependiente acercándonos una caja con el arnés rosa dentro—y tiene varias velocidades y además se mueve así – siguió el sacando el arnés de la caja y jugando con el.
—¿Cuánto vale esto? —pregunte yo más preocupada por el precio que por los movimientos del pene.
—129 euros – contestó descaradamente el dependiente.
“Me cago en la leche, quien puede permitirse un chisme así con ese precio” pensé yo y conteste:
—Ah, gracias. ¿Algún otro, de color natural?
—Si, por aquí hay más…
El dependiente nos enseñó toda la gama de arneses con penes y sin ellos y ninguno se adaptaba a mi gusto, sobre todo por el precio.
Pasada una hora salimos del local sin haber adquirido nada, pero habiendo tocado y visto toda clase de pichas y chismes que uno puede imaginar.
Al salir al aire libre por fin pude decir todo lo que estaba pensando de aquella tienda y su contenido, incluido el dependiente.
—Esta es la primera y la última vez que venimos aquí —concluí yo después de haber vomitado toda clase de insultos sobre la tienda.
Niuf Niuf aun con los pómulos sonrojados solo contesto:
—Tampoco deberíamos haber ido esta vez.
—Tu tranqui, la picha la compramos por internet
—Si eres tú la que la necesita.
—Sí, pero tú la vas a comprar.
—Jo. ¡Siempre me toca la parte de pagar, coño!


1 comentario:

  1. ¿la tienes?, ¿como te queda?.... no te imagino con eso

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