sábado, 28 de marzo de 2015

COMIDA DE TARRO

¡Que mal cuando se le cruzan los cables!. Empieza a comerse el coco y se pone insoportable.
Estábamos en un hotel excelente, una bañera enorme donde me había relajado, una cena de pica pica los dos envueltos en las toallas de baño y mirando dibujos animados en la televisión. Todo iba bien, nos estiramos en la cama, empezó a acariciarme, a tocar por aquí y por allá y a besar mi conejita.
Me gustaba lo que hacia, pero la verdad es que no tenía muchas ganas e iba contando los minutos deseando que acabara, ponerle el preservativo y que pasara al acto final.De repente dejo de moverse y apoyo su cabeza en mi pubis.
- ¿No sigues?.- Le pregunte extrañada.
- No, me voy a quedar así.
- Tu mismo - Le conteste, pensando que estaba muy raro
No aguantó mucho en esa posición y se estiro a mi lado, mirando la televisión y casi durmiéndose. Yo extañada empeze a preguntarle de que es lo que le pasaba. Se puso borde y al final me dijo de que yo parecía una muñeca de goma, que estaba fría como el hielo y que así el no haría nada más.
Fue una noche extraña, donde el no hacía más que dar vueltas en la cama, sin tocarme y bien separado de mi, algo muy extraño en su caso. Hubo un momento de tregua en el que le dije que estaba harta de sus comidas de coco y su gilipoyez.
Le dije: “Mira tio, abrete la cabeza y deja visible el tarro que contiene el coco, que lo tienes bien sucio. Yo te lo lavo y te lo corto a pedacitos para que te lo puedas comer en condiciones. Así tendrás una buena comida de coco”
Nos reímos un rato, al final se relajó, pero continuó tonto, bien lejos de mi y sin tocarme. Al menos me dejó dormir tranquila y en el despertar se cumplió el ritual del sexo profesional, rápido y adecuado.



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