¡Como grite mientras me hacía el amor!.
-Nos deben haber oído en las habitaciones de al
lado.- Le dije después, mientras él se mantenía abrazado a mi tras acabar.
-No sé, no creo, este hotel parece bastante bien
aislado al ruido.- Me respondió sin dejar de acariciarme.
Me gusto. Hacía mucho que ningún hombre me había
excitado tanto o, quizas simplemente era primavera y me deje llevar con los gritos. Es curioso que antes de salir
de Rusia nunca decía nada, siempre estaba callada. Fue al llegar a la Fabrica y escuchar como las otras chicas gritaban y gemian para excitar a los clientes que empecé a
hacerlo yo también, aunque en verdad no demasiado.
Recuerdo a una compañera de
piso en Rusia, que cada vez que estaba con alguien ya con el primer contacto empezaba a gritar y
no paraba hasta que se acababa el acto. Todas en el piso nos quedábamos calladas, sonrientes, medio asustadas
mientras duraba la serenata, con subidas y bajadas de tono hasta un final estruendoso
tras el cual venían las carcajadas de su risa y todas nosotras podíamos continuar con lo que estuviéramos haciendo.
Pero realmente los gritos de las chicas a muchos hombres les asustan y a otros hasta les quitan las ganas de sexo. Asi que intento gritar lo menos posible por si acaso, aunque a veces por costumbre me dejo llevar.
Pero realmente los gritos de las chicas a muchos hombres les asustan y a otros hasta les quitan las ganas de sexo. Asi que intento gritar lo menos posible por si acaso, aunque a veces por costumbre me dejo llevar.
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