Me quede embarazada y tuve a mi
hija. Era lo que yo había querido.
Con todo eso se acabo el
trabajo, la Fabrica,... ese mundo, y con una niña pequeña era difícil salir
adelante a pesar de que me había preparado un buen cojín.
-Ahora que estas más gorda, ya
no estas guapa,... ya no te puedo follar.- Era lo que me decía un cliente que
por contra decidió que le hiciera de chofer.
-Mira así te ayudo con tu
niña.- Decía y me pagaba bien por poco trabajo; mejor incluso que cuando estaba
en la Fabrica. Me llamaba, lo iba a recoger con mi niña durmiendo en el asiento
de atrás y lo llevaba a Castelldefels. Allí él pasaba un rato, repartía dinero
entre las chicas y se emborrachaba la mayoría de las veces sin ni siquiera
subir a una habitación.
Cuando llegaba a La Fabrica
todas salían pata ver a mi pequeña. “Otra del oficio” decían. “Ni hablar”
contestaba yo. Era un espectáculo ver a todas las chicas casi sin ropa rodeando
el coche mientras hacían carantoñas a mi niña y al lado de la carretera...
Después devolvía al “cliente”
cuando este se cansaba a su casa, a veces ni habiendo pasado poco más de media
hora. Eso sí, al final ni él era incapaz de encontrar su casa, y lo tenía que
acompañar hasta la misma puerta. El bien borracho, recostado sobre mí y yo
aguantando además a la niña.
Una extraña imagen nocturna por
las calles de Horta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario