De
donde era, yo no lo sabía. Mi compañera de habitación en la Fabrica era negra y
africana, eso sí, y poco más sabia de ella. Nos habían puesto juntas y la
verdad es que muy contenta no podía estar.
Velas,
velitas, altares, santos, brujos, muñecos, herbas varias, frascos con liquidos extraños y vete a saber cuántas cosas más conformaban
un altar que se comía casi toda la habitación con un constante quemar de ceras
y “otras cosas”, creando una atmósfera espesa y agobiante.
Y además
no tenia espacio suficiente, incluso utilizaba mi cama, “¿no te importa? Me
decía”. Era horrible, no es un recuerdo que guarde con alegría
Al
final le dije al encargado que por favor en cuanto pudiera me cambiara de
habitación, que yo no podía mas, que ya estaba ahogada en nubes de especias
quemadas.
Recuerdo
que cuando ella volvía a la habitación se pasaba horas en la ducha y después
rato y rato poniéndose cremas, capa
sobre capa. No podía entenderlo y al día siguiente siempre tardaba horas en
bajar a la sala por el tiempo que pasaba arreglándose.
Y
¿quien se atrevía a decir nada?, tanto brujo y olor daba miedo..... lo mismo
si se enfadaba me echaba un conjuro vudú.....
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