HISTORIAS DE PERROS

Hay algunas cosas que no pienso hacer nunca, como por ejemplo el sexo con animales.

Había quien criaba  perros grandes, del tipo Gran Danés,  acostumbrándolos a montarse a las chicas. Y en realidad lo hacían por que había un mercado que pedía el espectáculo, para mi es algo asqueroso que no puedo imaginar, pero es algo que me ofrecieron.

Te pagaban por hacértelo con el perro, bien no sé cómo y prefiero no saberlo. No me entusiasmaba la idea de esa relación mientras unos cuantos pervertidos miraban diciendo que eso les daba placer.

Entre los muchos clientes que tenia en Rusia había uno que tenia un pastor alemán. Al acabar la relación el cliente siempre se iba a duchar y pasaba un buen rato bajo la ducha. Mientras tanto de otra habitación y como si fuera un fantasma aparecía su perro. Parecía que quería jugar, se subía a la cama y me mordisqueaba suavemente las muñecas y abrazaba mis piernas con sus patas. Yo que nunca había tenido perros al principio le tenia miedo, después, poco a poco me fui acostumbrando y le acariciaba la cabeza suavemente. 

Pero un día nuestra relación amistosa se acabo. Como siempre cuando el cliente desapareció en la ducha el perro salto a la cama, pero esa vez no me mordió suavemente ni me abrazó, ni nada de esto. Se puso encima mio cogiéndome del cuello, apretando los dientes mas y mas de tal modo que yo no pude ni siquiera emitir sonido alguno. 
Allí tumbada en la cama con el cuello entre los dientes de aquel enorme animal, sin poder pedir ayuda veía horrorizada la aparición de su enorme pene. Tras varios intentos de penetrarme y sin lograrlo  el perro se fue excitando y volviéndose agresivo, apretando aun mas sus dientes. Por suerte en ese instante el cliente salio de la ducha sacando a su perro de encima mio.
Temblando y sin decir nada me vestí mientras que  el cliente riéndose me dijo:
- Eso es porque mi mujer lo tiene mal acostumbrado. 

Salí corriendo de aquella casa de perros para no volver y pensando  como debía de ser su mujer.