Recuerdo
a uno que llega un día y me dice: “tengo para un rato por tres días cada
semana”. Era uno de esos abueletes que frecuentaban la Fábrica cada día a
primera hora de la tarde.
Una
persona bien programada, sabía lo que podía gastar y que sería lunes, miércoles
y viernes. En principio parecía evidente que pensaba estar tres veces a la
semana conmigo, pero….. no, el programa era más complejo.
- No,
hoy no te toca a ti. Si estoy siempre contigo- me dijo- y tú te vas a Rusia,
me quedare solo y triste, así que contigo subiré los lunes, los miércoles con
otra y con una tercera los viernes.
Lo
tenía bien programado el señor.
Llegaba
cada día a las 5 de la tarde, nada más abrir la Fabrica y se pasaba el rato
bebiendo, hablando con sus amigos, bailando y tonteando con las chicas. Eso si
los tres días señalados subía a las habitaciones cada vez con la chica que tocaba. Era una pages de la zona del Prat con un montón de tierras y una
enorme casa del campo.
Mientras
bebía y me invitaba ya estaba bien, yo me quedaba con la mitad de cada
consumición que hacía.
-Va,
que te invito a un zumo.- Que era lo que yo bebía ya por aquellos tiempos y, así
zumo a zumo me entraba algo al bolsillo esperando el día en que él tenía programado
subir arriba y mi beneficio era algo mayor.
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