Hablábamos
de la Fábrica.
- ¿Cuando
empezaste a trabajar allí?- me preguntó.
-
Enseguida que llegue aquí, no sé, sería el 2002 o así. Al principio estaba muy
bien, no éramos muchas chicas, algunas rusas, colombianas y si... una checa.
Los precios eran los que eran y nadie los bajaba.
Ahora
no bebo casi alcohol, por no decir nada,
pero no siempre fue así. Tengo un cliente que cada vez que nos vemos me ofrece un cubata y cada vez dice:
-"Ah, si, ahora no bebes, pero no veas como te ponías cuando te conocí". Como la mitad de la consumición de la chica era para ella y el precio variaba entre 15 y 50 euros, todas intentábamos beber cuanto mas mejor. Así algunas de nosotras acabábamos al final de la noche totalmente borrachas. Y lo peor no era que me fuera a dormir con la cabeza como un bombo y dando vueltas como si fuera un helicóptero, sino que cuando me levantaba ya tenia un terrible dolor de cabeza y si intentaba comer algo lo vomitaba.
-"Ah, si, ahora no bebes, pero no veas como te ponías cuando te conocí". Como la mitad de la consumición de la chica era para ella y el precio variaba entre 15 y 50 euros, todas intentábamos beber cuanto mas mejor. Así algunas de nosotras acabábamos al final de la noche totalmente borrachas. Y lo peor no era que me fuera a dormir con la cabeza como un bombo y dando vueltas como si fuera un helicóptero, sino que cuando me levantaba ya tenia un terrible dolor de cabeza y si intentaba comer algo lo vomitaba.
Nos inventábamos cosas para beber menos y ganar mas. Por ejemplo, les decíamos a los clientes:
-
Mira como beben las rusas, lo que sea con alcohol y cerveza todo al mismo
tiempo.- Pero eso tenia truco ya que en realidad te buscabas una botella de
cerveza medio vacía y era donde ibas escupiendo lo que te habías bebido antes. Hasta que un día mi cuerpo dijo “basta”
y suprimí el alcohol por completo, bebía solo zumos y los clientes empezaron a acostumbrarse pero ya no querían invitarme a copas.
-
Después cuando me quede embarazada pase casi dos años sin ir al Riviera. Cuando regrese ya no era lo mismo. Había muchas chicas y como no tenían trabajo iban bajando los
precios hasta hacerlo por cualquier cosa, casi ni para pagar la habitación, que
se tenía que abonar cada día.
-
Y así hasta que lo cerraron,.... ¡menos mal que aquel día no fui!.
-
Debía ser bastante duro, ¿no?.- Fue la pregunta tonta.
-
Un poco si, doce horas son muchas.- Supongo que mi respuesta con el dibujo de ese tiempo ya no fue tan bonita.-
En un momento dado me puse de acuerdo con el encargado para marcharme antes. Yo
empezaba a las cinco con clientes que salían de trabajar, que no iban de fiesta
y después por la noche ya dejaba pasar el tiempo.
-
Y era mejor que me marchara, así las chicas que no habían trabajado podían
hacer algo. Si no pasaba que los clientes se paseaban, yo no les hacía caso y
ellos ya no se decidían por ninguna. Al irme yo escogían sin pensar a otra
chica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario