lunes, 15 de diciembre de 2014

ESTRATEGIAS

En la fábrica, nunca  me acercaba a los clientes en un primer momento, sino que los buscaba con los ojos captando las miradas. Una vez encontrada la victima  empezaba a analizarla para  más tarde y si me parecía que podría funcionar empezaba el juego con una estrategia muy bien pensada y elaborada.
En ningún momento me acercaba a la víctima, simplemente la iba mirando a la vez que escapaba de su vista con el propósito de  ver si me seguía, y si era así, al perseguirme no se daba cuenta de que antes o después nos cruzaríamos pasando  muy cerca uno del otro y ahí es donde al casi tocarnos, les sonreía siguiendo mi camino. Habitualmente en este instante el hecho de comprender  que podían  perder el producto elegido  intentaban coger mi mano y entonces yo ponía el interruptor de la simpatía al máximo y el asunto acababa en venta y con las  condiciones que yo quería.
Los más indecisos si dejaban escapar esa oportunidad y yo seguía mi camino alejándome,  se lo pensaban más y más llegando al caso que si  yo me iba con otro arriba, al bajar ya  me estaban esperando impacientes  en la recepción  arrepentidos por no haber cerrado el trato antes.

A veces  pasadas 4 vueltas por fin se decidían a acercarse con unas frases muy bien preparadas y con algún chiste que les parecía súper gracioso. Hacían cualquier cosa para llamar la atención de su majestad y conseguir caerme bien. Y eso que era yo la que vendía el producto.


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