lunes, 20 de abril de 2015

QUEMADA

- ¿Sabias que a los autobuses en Canarias los llaman guaguas? - Me preguntó sonriendo.
- Ya, claro, y los taxis myau-myaus - Me reía yo. 
Del aeropuerto al hotel fuimos en una gua-gua e incluso entonces yo seguía sin creerme lo del nombre que al final resulto que era verdad. El hotel era de la cadena NH y estaba prácticamente en la primera linea del mar, así que yo me sentía realmente muy contenta.
Enseguida salimos a la playa, yo disfrutaba de la brisa marina mientras observaba a unos policías explicar a la dueña de un perro las normas del uso de espacios públicos. Parecía hacer frío a pesar del sol radiante que brillaba en lo alto del cielo. Mi acompañante parecía estar también muy contento y disfrutaba del paseo por la playa acompañado de la mujer que tanto le gustaba.
- ¿Tomamos el sol? - Me pregunto.
- No se. Hace un poco de frío - Conteste yo tapándome con el jersey.
- No te creas, el sol de aquí es muy engañoso - Contesto él poniendo cara de sabio.
Confié en que él sabría mucho mas que yo de las Canarias teniendo en cuenta que iba ahí bastante. Así que extendimos las toallas en la arena de la playa y me di cuenta de que estaba muy cansada. Me había levantado a las cuatro de la mañana para coger el avión, habiéndome acostado a la una. Así en pocos minutos nos sumergimos en el mundo de Morfeo, calentados por el sol y acariciados por la brisa marina.
Cuando me desperté, el sol casi se ocultaba por el horizonte y mi acompañante daba vueltas por la orilla esperando que me despertase. Yo tenia frío, me puse el jersey y regresamos al hotel. Ya casi era la hora de cenar. Me metí en la ducha pensando en ducharme y arreglarme y !Oh dioses! estaba tan roja como una gamba a la plancha o un tomate, dependiendo del gusto de cada cual. Un grito de sorpresa atrajo a mi compañero que al entrar al baño empezó a reírse, primero de mi aspecto y después del suyo. Estaba tan rojo como yo.
Después de una cena tranquila en un restaurante del paseo marítimo volvimos al hotel e intentamos hacer el amor, pero al final lo dejamos debido al calor que desprendían nuestros cuerpos y el dolor que me provocaban las caricias y los besos.
Por la mañana temprano él se fue a trabajar y yo me quede en la cama pensando en cuantas cosas podría hacer durante el día y los sitios que podría visitar mientras él estaba fuera. Pasada media hora larga me levante y me metí en la ducha y ahí me quede observando en el espejo un cuerpo horriblemente rojo. El agua fría me quemaba la piel de tal manera que decidí dejar la ducha para mas tarde y me empece a vestir. Intente ponerme el sujetador y no pude por el dolor que me provocaba el roce de la tela sobre mi piel. Acabe poniéndome un vestido sin sujetador ni braguitas, solo un vestido de cashemir tan ligero que apenas notaba su presencia y con el que baje a la calle a desayunar mi café con leche y un croissant. Ya en el bar me di cuenta de que los pocos metros que había recorrido entre la habitación del hotel y el bar habían sido suficientes para provocarme heridas en los pezones quemados.
Al volver al hotel me quite el vestido y en todo el día no volví a ponerme nada de ropa. Recordé como mi madre decía que para aliviar el dolor de las quemaduras era bueno aplicar yogur sobre la piel. Le mande un mensaje a mi compañero: 
-Por favor de vuelta compra yogures naturales.
Pasadas unas  horas volvió del trabajo con cara de cangrejo cocido y los yogures. Nos los untamos por todas partes intentando aliviar el dolor aunque no ayudaba para nada ya que teníamos los cuerpos ardiendo. Pasamos el resto de la tarde desnudos, sin salir de la habitación, mirándonos el uno al otro y riéndonos sin poder tocarnos ni vestirnos. ¡Que tortura!
Al volver a Barcelona mi acompañante me dijo: 
-"Ha sido todo un dolor estar contigo en las Canarias. Espero volver a repetir la experiencia. Jaja"
Y yo le conteste: "La próxima vez nos vamos al norte"



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario