jueves, 23 de abril de 2015

FUMETA

- ¿Haces servicios a parejas? - Me pregunto.
- Si - Conteste, esperando la siguiente pregunta que no llegó. El chico empezó a contarme lo mucho que le gustaban las chicas a su pareja, que ellos eran jóvenes y agradables y que me invitaban en su casa a una copa de lo que yo quisiera.
Al final quedamos y fui para allá, fue fácil encontrar la dirección y aparcar. Pensando en la suerte que había tenido subí en el ascensor y llame a la puerta.
Cuando vas a casa de alguien que no conoces siempre tienes una cierta sensación de curiosidad por descubrir que es lo que habrá detrás de la puerta, ver quien te abre y por lo que ocurrirá después, pero también hay un poco de miedo, del miedo por la incertidumbre y eso hace subir la adrenalina.
La puerta se abrió y antes de que pudiera ver a nadie me rodeo una nube de humo, tan espesa que apenas se distinguía mas allá de un metro. Un inmundo olor a marihuana, tabaco y  restos de cigarrillos mojados casi me tumbo de espaldas antes de entrar en el piso.
El chico me invito a pasar a la sala. El caos que reinaba  me hizo pensar que dificilmente en esa casa podría vivir una mujer. De repente, desde detrás de un sillón salió un pequeño bichito, algo entre rata, perro y gato. Con el morro sonriente, completamente colocado por el ambiente, seguramente desde que nació, tumbado sobre su lado derecho se arrastraba por el suelo hacia mi. Le pregunte al chico que le pasaba al perro ya que supuse que eso era. Me contesto  que nada, que estaba contento de conocerme.
El cliente me dejo  sola entrando en una habitación y al volver me comento  que su pareja estaba durmiendo y que tendríamos que estar solos él y yo. Le dije que me parecía bien y me puse a trabajar.
Al acabar fui al lavabo, equivocándome de  puerta y entre en la habitación donde se suponía estaba la chica. Me disculpe, pero me lleve una sorpresa al descubrir que allí no había nadie. Pensé que en el piso debería  haber otra habitación con la chica pero no la encontré. Sorprendida volví a la sala. El perro seguía arrastrándose por el suelo haciendo círculos. El fumeta estaba preparándose  un nuevo porro.
Me vestí y al despedirme le dije al chico:
-"Saludos a tu pareja, a ver si la próxima vez lo hacemos los tres".-Y el me contesto:
-"No tengo pareja ¿De que me hablas?"







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