viernes, 10 de abril de 2015

EL SUEÑO DEL CHIFLADO





La ultima vez que vino  tenía una nueva historia de sus aventuras en el despacho de la  psicoanalista. Me miro, me sonrio y me explico de que había ido la sesión con la loquera.
-Soñé contigo, que angustia. – Dijo provocando la sorpresa en mi cara.
-¿Tan horrible soy?”.
-Jaja, no es eso. Te voy a contar mi sueño.– Respondio.
-Vivía yo en una pequeña ciudad medieval. El sol se ponía y se empezaban a cerrar las puertas de las murallas para evitar el ataque de invasores enemigos. Justo en el momento que se cerraba la última puerta entraste tú buscando refugio. Estabas tan agotada que te dejaste caer sobre el muro justo delante de una pequeña ventana por donde los  invasores intentaban traspasar sus lanzas.
-Vaya, que interesante.- Comente arrepintiendome  al momento, pensando:” No le interrumpas no se vaya a  cortar y te quedaras sin historia”.
-Y aquí viene la angustia.- Continuo el sin hacer caso a mi comentario.- Yo intentaba gritar para advertirte que te apartaras de la ventada.
-¡Ay! noooo. ¿Me muero? – Interrumpí de nuevo  tapandome la boca con la mano.
-Pero no me salía la voz, mis pies estaban pegados al suelo y tu no me escuchabas ni me veias. Estabas tan agotada que no podías despertarte. – Continuo su relato  contento por provocar tanta emoción. 
-¿Y..?.- Pregunte después de una pausa demasiado larga que me provoco angustia.
-Pues lo típico. Mi mujer me despierta preguntando porqué estoy gritando.
-Jo – Le dije.- ¡Vaya!, y yo que esperaba morir desangrada en tus brazos .- Me había dejado bien chascada.
Hala!. Que dramática, jo que mal rollo. – Me contesto sonriendo con ese toque que tienen los chiflados.- Pero eso no es todo. La peor parte viene después.- Apostillo.
-Ah, ¿si?” – Me sorprendío, ya que estaba segura de que el sueño había acabado.
-Pues si. Después fui a mi psicoanalista, ya sabes que  los lunes voy a verla y le conté mi sueño. Y ¿ sabes que me dijo?
-¿Qué?. – Preparandome para reirme descontroladamente.
- Mas o menos algo como: Sr. Gonzalez, me parece que Ud. veía esas lanzas que querían atravesar al cuerpo de esa chica como una metáfora fálica donde las lanzas son en realidad su pene" – Imitando la voz argentina de su psicoanalista.
-Ja ja ja. –Me hizo reir sin control.
-Ya ves que obsesión. El psicoanalisis centra todo en el pito. Pero bueno visto eso, lo pensé un poco y decidí venir a verte. No es que quiera atravesarte con mi pito pero un poco de caricias y masajitos me irían muy bien.
-Ja ja. - Volví a reírme mientras me quitaba la ropa.
Antes de irse me dijo: “No te conté lo que no soñé.
-Me lo cuentas una proxima vez”- Le conteste. Le di un beso y se fue.
Pasada media hora recibí un mensaje:

"Lo que no soñé”.

Despierto tras la pesadilla intente conciliar de nuevo el sueño y recuperar la historia, lo que no fue posible a tan solo unos minutos de que sonara el despertador. Así que  imagine el final de la historia.

Aquel poblado se protegía de una invasión enemiga. Y en tiempos de guerra ni las caricias ni los masajitos son suficientes. Has de ser un soldado y actuar con decisión y firmeza. Y yo me quise convertir en uno y empuñar mi lanza y con fuerza  atravesar el cuerpo de la chica, ensartarla como una brocheta de dulce y blanca carne, sentir su cuerpo rodeando mi lanza y mirar a sus ojos mientras su vida se transforma en su orgasmo, sus gritos y sus gemidos…

Con los dientes apretados y mi mirada clavada en sus ojos saqué la lanza de su cuerpo con lentitud. No quería quitarle la vida solo robarle el aliento. Hacerla prisionera, tenerla atada con mis brazos, tenerla amordazada con mi boca. Y aun así, incluso siendo presa implorarle que jamás se rindiera y que nunca jamás dejara de pelear conmigo.

Me quede boquiabierta mirando el teléfono como si fuera un extraterrestre.
Volví a recibir un mensaje: “jo, que tonto, disculpa”.




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