La ultima vez que vino tenía una nueva historia de sus aventuras en
el despacho de la psicoanalista. Me
miro, me sonrio y me explico de que había ido la sesión con la loquera.
-Soñé contigo, que angustia. – Dijo
provocando la sorpresa en mi cara.
-¿Tan horrible soy?”.
-Jaja, no es eso. Te voy a contar mi
sueño.– Respondio.
-Vivía yo en una pequeña ciudad
medieval. El sol se ponía y se empezaban a cerrar las puertas de las murallas
para evitar el ataque de invasores enemigos. Justo en el momento que se cerraba
la última puerta entraste tú buscando refugio. Estabas tan agotada que te
dejaste caer sobre el muro justo delante de una pequeña ventana por donde los invasores intentaban traspasar sus lanzas.
-Vaya, que interesante.- Comente
arrepintiendome al momento, pensando:” No
le interrumpas no se vaya a cortar y te
quedaras sin historia”.
-Y aquí viene la angustia.- Continuo
el sin hacer caso a mi comentario.- Yo intentaba gritar para advertirte que te
apartaras de la ventada.
-¡Ay! noooo. ¿Me muero? – Interrumpí
de nuevo tapandome la boca con la mano.
-Pero no me salía la voz, mis pies
estaban pegados al suelo y tu no me escuchabas ni me veias. Estabas tan agotada
que no podías despertarte. – Continuo su relato
contento por provocar tanta emoción.
-¿Y..?.- Pregunte después de una pausa
demasiado larga que me provoco angustia.
-Pues lo típico. Mi mujer me
despierta preguntando porqué estoy gritando.
-Jo – Le dije.- ¡Vaya!,
y yo que esperaba morir desangrada en tus brazos .- Me había dejado bien
chascada.
-¡Hala!. Que dramática, jo que mal
rollo. – Me contesto sonriendo con ese toque que tienen los chiflados.- Pero
eso no es todo. La peor parte viene después.- Apostillo.
-Ah, ¿si?” – Me sorprendío, ya que estaba
segura de que el sueño había acabado.
-Pues si. Después fui a mi
psicoanalista, ya sabes que los lunes
voy a verla y le conté mi sueño. Y ¿ sabes que me dijo?
-¿Qué?. – Preparandome para reirme
descontroladamente.
- Mas o menos algo como: Sr. Gonzalez, me parece que Ud. veía esas lanzas que querían
atravesar al cuerpo de esa chica como una metáfora fálica donde las lanzas son
en realidad su pene" – Imitando la voz argentina de su psicoanalista.
-Ja ja ja. –Me hizo
reir sin control.
-Ya ves que
obsesión. El psicoanalisis centra todo en el pito. Pero bueno visto eso, lo
pensé un poco y decidí venir a verte. No es que quiera atravesarte con mi pito
pero un poco de caricias y masajitos me irían muy bien.
-Ja ja. - Volví a reírme
mientras me quitaba la ropa.
Antes de irse me dijo: “No te conté
lo que no soñé.
-Me lo cuentas una proxima vez”- Le
conteste. Le di un beso y se fue.
Pasada media hora recibí un mensaje:
"Lo que no soñé”.
Despierto tras la pesadilla intente
conciliar de nuevo el sueño y recuperar la historia, lo que no fue posible a
tan solo unos minutos de que sonara el despertador. Así que imagine el final de la historia.
Aquel poblado se protegía de una invasión
enemiga. Y en tiempos de guerra ni las caricias ni los masajitos son
suficientes. Has de ser un soldado y actuar con decisión y firmeza. Y yo me
quise convertir en uno y empuñar mi lanza y con fuerza atravesar el cuerpo de la chica, ensartarla
como una brocheta de dulce y blanca carne, sentir su cuerpo rodeando mi lanza y
mirar a sus ojos mientras su vida se transforma en su orgasmo, sus gritos y sus
gemidos…
Con los dientes apretados y mi mirada
clavada en sus ojos saqué la lanza de su cuerpo con lentitud. No quería
quitarle la vida solo robarle el aliento. Hacerla prisionera, tenerla atada con mis brazos, tenerla amordazada con mi boca. Y
aun así, incluso siendo presa implorarle que jamás se rindiera y que nunca jamás dejara de pelear conmigo.
Me quede boquiabierta mirando el teléfono
como si fuera un extraterrestre.
Volví a recibir un mensaje: “jo, que tonto,
disculpa”.
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