martes, 21 de abril de 2015

VAMPIRO

- Por suerte tengo pocos días en los que me encuentre mal, un par de días de regla eso sí, que ni cojo el teléfono - le explicaba, hablando de la regla a un amigo.
Eso si, ese par de días suele ser horrible. Hay veces en las que el dolor no me deja ni respirar y solo quiero dormir y estar a oscuras.
Con mis 14-15 años cuando tenia la regla no iba al colegio, me quedaba en casa llenándome de pastillas, que tampoco ayudaban mucho. Solo la bañera templadita y suaves masajitos en la barriga aliviaban un poco la tortura. 
Muchas veces el dolor era tan agudo que el cerebro dejaba de recibir el oxigeno necesario y yo caía sin conocimiento en el medio de la calle, en el autobús, en el metro o en clase.
Después de un par de sustos que me lleve conduciendo decidí no volver a coger el coche en los días de regla, pero siempre aparece algo que te obliga a salir a la calle, coger el coche y arriesgar tu vida y la de los demás por alguna tontería. Al final, harta, fui al medico a pedirle algún remedio para aliviar esos dolores tan fuertes.
La muy lista de la doctora del gabinete ginecológico que visite me dijo: 
-"Usted podría ponerse un diu de  los que llevan hormonas y así practicamente no tendrá regla con lo cual tampoco tendrá dolores". 
Dicho y hecho. Pasados dos meses tenia yo instalado un "diu de esos" que me costo un riñón y dos horas de mareos en la consulta. La doctora me aviso de que quizás durante una semana o algo mas me encontraría diferente pero que después todo se regularizaría. 
Pasado un mes nada iba bien, todos los días me mareaba, llevaba todo el mes sangrando, estaba de muy mala leche y encima con hambre. Apenas podía trabajar y además los "topos", eso tíos que meten los dedos en el chocho y rebuscan ahí como si quisieran encontrar un tesoro me preguntaban sobre que era aquel extraño hilo que me salia de la matriz.

Y menos mal que tenia a un cliente al cual le ponía cachondo la regla. Era mi salvación. Venia casi cada día para comerme el coñito y a hablar con él como si fuera su mascota. ¡Que cachondo! Y si encontraba un poco de sangre empezaba a chuparla como si fuera un vampiro. Que asco! No se, no creo que eso sea sano. Pero bueno como después no intentaba besarme ni nada parecido yo se lo permitía.
Cuando ya estaba harta de sangre y molestia y había pensado en ir a ginecólogo a que me sacara aquella cosa,  salió por si sola.

Y por fin se acabaron mis problemas, todos menos el dolor, claro. Sigo pasando por el infierno una vez cada cuatro semanas.




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