Se mueve
despacio, cada nueva vez que lo veo camina mas lentamente. Debe tener casi 80
años, formando parte de esos clientes que me siguen desde que llegue a España.
Cuando veo su número al tomar el teléfono sonrío. Me llama todos los jueves a la primera hora
de la mañana.
-Hola, Alicia, ¿cómo estas?, ¿te va bien?.- Me dice.
-Si claro.-
Le respondo con voz agradable.
- Pues baja,
que tenemos que desayunar alguna cosa.- Es la misma invitación cada vez, a la
que no puedo oponerme.
Me visto y
salgo a la calle encontrándomelo en la esquina ya esperándome. Le sonrío.
-Hola,
¿Cómo estas?.- Le pregunto
- Bien,
pero tu tienes que comer algo.- Juntos caminamos apenas hablándonos hasta
llegar al café de siempre.
- Traenos una botella de vino.- Pide él
a la camarera de siempre mientras nos sentamos. La camarera trae la botella y la libreta para apuntar el pedido aunque realmente no la necesita, sabe perfectamente lo que vamos a pedir. Desde hace muchos años siempre tomamos bocatas de jamón y queso y el pan con tomate. Después viene su carajillo de orujo y mi café con leche.
Mientras me
tomo el desayuno, él me va mirando con ojos embelesados y de vez en cuando me pregunta si estoy bien. Yo le contesto que si, cuento alguna anécdota de la semana y seguimos desayunando. Creo
que el disfruta mucho más observándome mientras como que con todo el sexo que pueda tener.
Después en
el apartamento va rápido, más que nada para cumplir con el protocolo
establecido y como para tener excusa para volver otro día.
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