miércoles, 25 de febrero de 2015

EL BORRACHO

Hay clientes que repiten y repiten, pierdo alguno, aparece otro nuevo. Esos que vienen solo una vez, esos no son clientes…. No sé lo que son.
Pero algunos aguantan y eso es bueno para mí. Cuando vienen o voy a verlos hablamos, me explican sus cosas y en realidad trabajo poco. Tuve uno que no decía nada,  se hizo habitual, llamaba, me preguntaba si estaba libre y si le decía que si venia rápido. Llegaba en pocos minutos, como si hubiera telefoneado desde la calle, junto al apartamento, se desnudaba sin decir palabra, casi sin mirarme, follaba rápido y se iba sin más comentarios. Era un poco soso, frío, pero no molesto. Era educado y limpio. Un misterio.
Siempre bien vestido, arreglado, perfumado, impecable y serio…. Una vez y otra, un poco cansino. Pero al final todo se mueve y las cosas cambian. Un día se presento borracho, con la corbata floja y la camisa abierta, me pidió que si en lugar de acostarnos podíamos estar solo hablando. No iba a decirle que no, para mí era un buen plan, al margen del olor a alcohol no me pareció complicado aguantar su charla durante una hora y cobrar mi servicio.
Se sentó en el borde de la cama y empezó a hablarme mientras yo estirada lo escuchaba. Me contó una historia de amor, de lo enamorado que estaba de su mujer. Me la describió como la mujer perfecta, inteligente y hermosa y casi llorando se lamento de como la estaba perdiendo, como no se atrevía a tocarla, como temía pedirle nada y así poco a poco habían dejado de hacer el amor y se habían  ido alejando uno del otro. Entonces me pidió  consejo:
- ¿Tu que harías si fueras yo?
- Yo le llevaría un ramo de flores, la besaría, la llevaría a la cama sin decir nada y le haría el amor tal como yo quisiera. Si no te atreves a hacerlo no sabrás nunca lo que ella realmente quiere o espera de ti.
Me miro con sus ojos vidriosos por el alcohol y sonrió por primera vez desde que le conocí. Saco su cartera y me pago despidiéndose.

Nunca más volvió. Dos cosas: o se  arreglo con su mujer o justo lo contrario. Tenia que haber cerrado la boca,... que idiota.


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