Conduce
el coche y la mano derecha se le escapa a mi rodilla. Sonrío, lo miro de reojo
apartando su mano
-“Pesado,
mira que eres pesado”.- Le digo. Se ríe, me mira y le regaño por dejar de mirar
a la carretera.
-
“Tu conduce y no te distraigas”.- Le insisto
-“Eres
como uno de 92 años que venia a verme al Riviera”.- Me rio después de decírselo.
-“Me
quedaba sentada a su lado en la cama y el tocaba mi rodilla con la mano izquierda mientras acariciaba su pantalon entre piernas con su mano derecha. En poco rato dejaba de hacerlo, decia que ya se habia corrido y nos bajabamos a la sala”.- Le sigo explicando provocando su exclamación:
-
“Como eres no pasas ni una".
-“Si
y, cuando subía un poco más arriba la mano, entonces ya se deshacía del todo. Eso
fue ya hace mucho,... ahora tendría... 105”.....- Joder, que imagen.
-“No
te pienso tocar nunca más”.- Responde él, intentando sonar a enfadado,....
casi... pero no, en un rato sus manos vuelven a pasar por mi rodilla y yo ya tengo una coletilla para martirizarlo de vez en cuando.
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