Me lo miraba
estirado boca abajo en la cama e intentaba recordar cómo fue nuestro primer
contacto. Que es lo que me pidió cuando hablamos por teléfono o, quizás nos
enviamos algunos e-mails. No recuerdo.
Yo, vestida con una camisa tan apretada que aplastaba mi pecho y unas botas negras altísimas y brillantes llevaba un arnés con un dilde enorme.
- Hoy es el gran día - Dije sonriendo. Le volví a enseñar el inmenso pene de plástico que tenia colocado en el arnés, se lo deje tocar y vi como se acumulaba su saliva en los labios.
Empezó a chuparlo con ganas pero despacio, poco a poco se fue poniendo mas cachondo, apretando mas y mas el dilde y aumentando la velocidad con la que se lo metía y sacaba de su boca.
- Hoy es el gran día - Dije sonriendo. Le volví a enseñar el inmenso pene de plástico que tenia colocado en el arnés, se lo deje tocar y vi como se acumulaba su saliva en los labios.
Empezó a chuparlo con ganas pero despacio, poco a poco se fue poniendo mas cachondo, apretando mas y mas el dilde y aumentando la velocidad con la que se lo metía y sacaba de su boca.
Cogí el
lubricante y masajee bien el hueco aun pequeño, por donde debería entrar
aquella cosa monstruosa. El cliente gemía, se estremecía, temblaba.
Primero el
dedito para abrir camino y después el dilde, poco a poco, suavemente para no hacer el daño. La verdad, creo que las que practicamos el sexo anal somos las únicas que después sabemos como hacérselo a otra persona. Me habría gustado que me lo hicieran aunque fuera solo una vez tal como lo hago yo.
Mi cliente gemía del placer y casi se ahogaba por las emociones que le embargaban al ser poseído por una mujer. Cuando terminamos y él se dio la vuelta vi felicidad en su rostro. Después apenas se aguantaba en pie, se tambaleaba, babeaba y sus ojos brillaban.
Mi cliente gemía del placer y casi se ahogaba por las emociones que le embargaban al ser poseído por una mujer. Cuando terminamos y él se dio la vuelta vi felicidad en su rostro. Después apenas se aguantaba en pie, se tambaleaba, babeaba y sus ojos brillaban.
- Eres fabulosa, te quiero Alice - Me dijo con cara seria llamándome como siempre a la manera inglesa.
- Me alegro - conteste yo torpemente.
- Me alegro - conteste yo torpemente.
A fin de
cuentas yo estoy para complacer…. siempre que a mi me guste claro.
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