lunes, 4 de mayo de 2015

CADA CUAL CON SUS GUSTOS

Me lo miraba estirado boca abajo en la cama e intentaba recordar cómo fue nuestro primer contacto. Que es lo que me pidió cuando hablamos por teléfono o, quizás nos enviamos algunos e-mails. No recuerdo.
Yo, vestida con una camisa tan apretada que aplastaba mi pecho y unas botas negras altísimas y brillantes llevaba un arnés con un dilde enorme.   
- Hoy es el gran día - Dije sonriendo. Le volví a enseñar el inmenso pene de plástico que tenia colocado en el arnés, se lo deje tocar y vi como se acumulaba su saliva en los labios.
Empezó a chuparlo con ganas pero despacio, poco a poco se fue poniendo mas cachondo, apretando mas y mas el dilde y aumentando la velocidad con la que se lo metía y sacaba de su boca.
Cogí el lubricante y masajee bien el hueco aun pequeño, por donde debería entrar aquella cosa monstruosa. El cliente gemía, se estremecía, temblaba.
Primero el dedito para abrir camino y después el dilde, poco a poco, suavemente para no hacer el daño. La verdad, creo que las que practicamos el sexo anal somos las únicas que después sabemos como hacérselo a otra persona. Me habría gustado que me lo hicieran aunque fuera solo una vez tal como lo hago yo. 
Mi cliente gemía del placer y casi se ahogaba por las emociones que le embargaban al ser poseído por una mujer. Cuando terminamos y él se dio la vuelta vi felicidad en su rostro. Después apenas se aguantaba en pie, se tambaleaba, babeaba y sus ojos brillaban. 
- Eres fabulosa, te quiero Alice - Me dijo con cara seria llamándome como siempre a la manera inglesa. 
- Me alegro - conteste yo torpemente.

A fin de cuentas yo estoy para complacer…. siempre que a mi me guste claro.


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