Por un precio fui
su novia, su mujer, su amante.
Fue un trato que duro cuatro... cinco
meses. No sé cómo definir el resultado más allá de decir que él fue bastante
cabrón. Buscaba constantemente como picarme, como hacerme saltar.
De gastar miles y
miles de euros en mí pasó a controlar todos mis pequeños gastos.
—¿Como es que le has pagado un café a una
amiga? —me decía él. —Enséñame los tickets del parquin....
Un día llegué a casa, directa al lavabo y
al límite. Cuando estaba sentada me di cuenta de que había alguien en la ducha.
Se veía a través del vidrio velado el perfil de una persona, quieta y
silenciosa, claramente intentado pasar desapercibida. Yo sentada y asustada dije:
—Hola—. Pero nadie me contestó. Volví a
decir lo mismo una y otra vez temiendo más la respuesta que el silencio.
Despacio, me levante, subiéndome las bragas
y sin perder de vista la ducha abandone el lavabo. Ya fuera y con la puerta
cerrada lo llamé.
—Hola, ven rápido, hay alguien en casa, en
la ducha.
—No hagas nada, vengo en seguida —me
contestó.
Me senté al lado del lavabo a esperar. Pero
al final decidí entrar. Me acerqué lentamente a la cortina y la abrí de golpe...
Allí estaba ella, con su boca bien abierta,
labios gruesos, desnuda e inmóvil. Una muñeca inflable que el cabrón de mi
“novio” había dejado preparada para asustarme. La cogí y le hice de todo
vaciando mi furia.
Ese fue uno de esos muchos detalles de
alguien que pasaba de ser agradable y divertido al más radical de los cabrones.
Poco a poco se fue enturbiando la relación,
alejándose de aquella tarde en la que se había presentado en la Fábrica con un
ramo de flores y se me había declarado dejándome absolutamente desconcertada
por el teatro.
En La Fabrica me conoció y allí volvía
mientras yo estaba en casa para provocarme. Me decía: “Me voy a buscar otra
rusa” y pasaba el rato bebiendo y rechazando las ofertas de las chicas que se le
acercaban. A mí me iba llamando alguna que otra amiga explicándome lo que
pasaba.
Poco a poco fue subiendo el tono hasta que
un día se presentó en casa con otra chica rusa.
—Mira con quien he venido, —me dijo— me la
voy a follar aquí delante de ti.
La chica estaba un poco espantada, hasta
que yo dije
—Es guapa has
escogido bien, lo mismo me apunto yo a la fiesta.
La desnudó y la estiró en la cama... pero
al final sin hacer nada y cabreado le dijo que se fuera.
En realidad el quería dejarme embarazada,
tener un hijo conmigo, y la verdad es que no me atraía lo más mínimo: gordito,
bajo, calvo.... que mierda de genes para mi hijo.
—En todo caso —le decía— ya me buscare yo
quien me deje embarazada—. Lo que no le gustaba lo más mínimo.
No podía acabar bien nuestra relación, eso
era claro.

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